El amor en tiempos de opresión. Pensar en Los Juegos del Hambre y pensar en una película de amor es acertado. No romántica, a no confundirse, sino de amor en el más global de los sentidos. En la primera entrega la tenemos a Katniss, que se propone como voluntaria en lugar de su pequeña hermana Prim para los 74tos Juegos del Hambre. Luego la vemos reconciliarse con su madre y por también, la vemos junto a Gale, cazando y disfrutando los pocos momentos felices que les da PANEM y su sistema. La aparición de Peeta, y los sentimientos hacia Peeta pueden ser amor. Un amor especial, de ese que surge en los momentos más desesperantes. Desde que le dió un pan cuando ella moría de hambre hasta que ella, con un beso, le salvó la vida (o, mejor dicho, su beso hizo que un patrocinante les salve la vida porque así es el show) la relación entre ellos creció, pero siempre quedó en ese lugar de juego-no juego, aunque Peeta no lo vea así. Porque así es Katniss: tosca, sentimentalmente anulada y con pocas ganas de hacer amigos. Cosas que de a poco le jugarán en contra, y de las que siempre el carismático y sociable Peeta debe sacarla. Pero vayamos a lo importante, que es En Llamas. en-llamas-locoxelcine La película nos ubica tiempo después de los primeros juegos. Los ganadores deben afrontar el tour de la victoria, que los llevará por los 12 distritos de PANEM. Allí no solo deben seguir “enamorados”, sino que a su vez deberán ver cara a cara a las familias de los jovenes muertos en los juegos. Pero hay algo más, algo que nació cuando Katniss y Peeta desafiaron al Capitolio con las bayas venenosas. Hay una chispa de revolución que Snow, el presidente dictatorial de PANEM, quiere apagar a toda costa. Y como no puede matar a Katniss sin que nadie se haga preguntas, una idea mejor surgió, y con la mejor excusa: El Vasallaje de los 25, unos juegos con reglas especiales que se hacen cada 25 años. En esta ocasión, y para demostrar que ni los guerreros más fuertes de los distritos pueden desafiar al Capitolio, los participantes serán antiguos ganadores de los juegos. Y esto deja el margen muy chico para el Distrito 12, ya que solo Peeta, Katniss y Haymitch ganaron. Así, bajo la tutela del nuevo jefe de los juegos, Plutarch Heavensbee, Katniss y Peeta llegarán a una arena distinta y especial, que tendrá protagonismo propio, más allá de los combatientes. en-llamas-locoxelcine En Llamas es una gran secuela, muy superior a la primera entrega, pero que a su vez funciona como puntapié para Sinsajo, la tercera parte (dividida en dos) que concluirá la saga en 2015. Eso le quita autonomía, pero para nada nos saca de la experiencia de ciencia ficción-acción-romance que nos prometen desde el trailer. Los personajes vuelven a estar diagramados de forma excelente, dejando las escenas con Donald Sutherland y Phillip Seymour Hoffman (Snow y Heavensbee, respectivamente) en lo más alto. Jennifer Lawrence, por supuesto, roba con su carisma, volviendo a interpretar a una Katniss contradictoria, llena de odio, con poco lugar para la sensibilidad. Ella debe parecer fuerte, y aunque se rompa interiormente, el arco y la flecha siempre estarán en su mano. Vivirá bajo el karma de ser “otra película teen”, pero lejos está de eso. A diferencia de otras, aquí hay reflexión, hay conflictos morales, hay política y crímen. Esto, en las películas de adolescentes, no lo solemos ver. A menos que sean Harry Potter, claro.
Machete no tuitea. Imaginen que James Bond dejara la elegancia, la higiene y el sentido más recto de la justicia. Lo que quedaría sería Machete, un hombre-ejército dispuesto a arresgarse a las misiones más peligrosas que pueda dar el mundo. En esta ocasión, Machete es contratado por el mismísimo presidente de los Estados Unidos, que le encarga al mercenario exterminar a Luther Voz, un contrabandista de armas completamente desquiciado que es parte de un plan malévolo digno del peor villano del agente 007. Hay un punto a destacar, y es que Machete (no solo esta entrega, su saga en si) es una especie de meta-película. Claro que lo que vemos es lo que nos tiene que importar, y es lo que tendríamos que juzgar, pero ahí no se acaba la cosa, porque a su vez es un permanente homenaje a las películas explotation de los 70 y a los descabellados villanos que nos dieron las películas de héroes irrompibles. Esos que tienen al héroe atado mientras le cuentan tooooodo el plan maléfico, con debilidades incluidas. Claro que no es una película para tomarse en serio, y todo aquel que no esté dispuesto a firmar un contrato con el delirio, mejor que vaya a ver otra cosa. danny-trejo-machete-kills-600x421 Machete es un héroe que no cuadra con estos tiempos, y tal vez esa sea la mayor gracia de la película. Hay un ambiente de atraso que ya supera el homenaje. La carrera de Robert Rodriguez, en general, siempre atrasó, y esto no es ni bueno ni malo, solo es un estilo que adoptó y con el que no le fue nada mal. Hasta en películas visualmente innovadoras como Sin City, Rodriguez se sentó sobre un esquema bien de los 60 y 70 y no parece querer moverse de allí. Pero con Machete lo que el director logra hacer es no solo quedarse en sus décadas preferidas, sino meterse en los géneros más sectarios para robar cositas aquí y allá (fiel al estilo de su amigo Quentin Tarantino) y armar su propio collage antiheróico. Machete Kills no es muy superior a la primera entrega, pero si hay algo que logró mantener, y es cierta frescura, cierto halo de novedad pese a su estética anacrónica. Debe ser porque en Machete hay gente que se anima, se arriesga y se divierte, algo no demasiado habitual en la pantalla grande hoy en día.
Yo soy la aventura. Antes que nada, hay que aclarar que Kon-Tiki NO es un documental, sino una película de ficción basada en hechos reales pero, como siempre, exagerados y dramatizados para intensificar la experiencia del espectador, algo por lo que no podemos culparlos, claro, ya que es la forma más tradicional de llevar hechos reales a la pantalla. Kon-Tiki nos remonta a 1947, cuando el antropólogo noruego Thor Heyerdahl quiso probar su teoría que la Polinesia fue habitada por nativos de América del Sur, y no por asiáticos, como estaba aceptado. Y para probarlo no se le ocurrió una mejor forma que unir a otros cinco locos, armar una balsa super precaria y lanzarse a una travesía de más de 7000 km por mar abierto, haciendo equilibrio con sobre maderitas sobre la inmensidad del Pacífico, el océano más peligroso e imprevisible del planeta. kon-tiki-2-locoxelcine Es difícil no caer en la comparación y pensar que Kon-Tiki es de alguna forma la versión “barata” (costó cerca de 18 millones, una barbaridad para el cine escantinavo) de Life of Pi, la gran ganadora en los Oscars del año pasado. Y es verdad que hay muchos puntos en común, sobre todo desde el lado humano, pero Kon-Tiki supera a la versión de Lee en su simpleza. Mientras que en Life of Pi todo era CGI, grandes efectos tridimensionales y trabajos digitales incunables, aquí es todo directo, algo mucho más amistoso para la audiencia que no se tragó del todo el mensaje new age que dejó la película del joven indio y el tigre en el bote. Kon-Tiki es, sobre todo, aventuras. Es el hambre de explorar y, claro, el ego de querer tener razón. Esta maravillosa historia quedó plasmada para siempre en forma de libro y de documental, pero ahora era el turno del cine de recontarla, y también, reinventarla en algún punto, para crear una película sólida, divertida y con un mensaje clarísimo para todos, sin importar raza, credo o posición política.
Marvel hace evolucionar a su personaje en una película que convence a los fans de La Casa de las Ideas y de la ciencia ficción por igual. Cuando se estrenó Thor, allá por 2011, la película recibió críticas mezcladas tanto de la audiencia como de los especialistas. Y es que no era una película de superhéroes netamente establecida, sino que coqueteó demasiado con la fantasía y el drama familiar de los Asgardianos, acercandolo más a una tragedia shakespeareana que a, digamos, Iron Man. Pero ahí también estuvo el encanto, y el comienzo de la toma de riesgos de Marvel, que ahora se permite darle géneros específicos a sus películas. En el caso de Thor: Un Mundo Oscuro (Thor: The Dark World, 2013), el género claramente es la ciencia ficción; pero no por eso deja de lado los temas que hicieron fuerte a la primera. Por el contrario, los potencia. Pero vamos por partes. Al comienzo nos muestran qué pasó antes de que pasara algo, al comienzo de los tiempos, cuando Bor (Tony Curran), padre de Odín (Anthony Hopkins) venció al elfo oscuro Malekith (Christopher Eccleston) y a su ejército cuando planeaban liberar el Aether, un material capaz de hundir al universo en la oscuridad. El Aether, en teoría, fue destruído… O así lo dice la historia oficial. Volviendo al presente, vemos a Jane (Natalie Portman) que sigue buscando a su amado Thor (Chris Hemsworth), a quién no ve desde los eventos de la primera entrega (recordemos que en Los Vengadores, Thor solo pasa por Nueva York a pelear contra Loki, sin paradas intermedias) descubre extrañas irregularidades en lo que sería la física de nuestro planeta. Especialmente, en Londres. Allí parece haber puertas que conducen a diferentes realidades, y en una de esas puertas se encuentra con el Aether, que logra salir de su jaula para volver a refugiarse dentro de la científica. Esto llamará la atención de Malekith, que despertará de un sueño de milenios para recuperar lo que le pertenece. Mientras tanto, en Asgard, Loki (Tom Hiddleston) es encarcelado por el genocidio causado en Nueva York, pero los primeros ataques de la gente de Malekith a la tierra de los dioses advierte que hay algo que no está andando bien. Thor quiere ir a proteger a La Tierra, pero Odín lo prohibe ¿Pero desde cuándo Thor obedece órdenes? Para combatir contra el nuevo/viejo enemigo de la familia, el Dios del Trueno deberá pedir ayuda a todos sus amigos, e incluso a Loki, que conoce la tierra asgardiana mejor que nadie, y que le puede garantizar un escape seguro. El problema es ¿Puede confiar en él? thor-un-mundo-oscuro-3-locoxelcine Thor: El Mundo Oscuro cuenta con algo importantísimo: el humor. Esta vez, y a diferencia de la primera, la comedia en la película funciona, y ya sea gracias a la relación inestable de Loki y Thor, o por los comentarios de Darcy (Kat Dennings), las risas nos dan cada tanto un buen alivio entre tanta acción y drama. Porque, oh, hay drama, y mucho. Claro, la gente de tablas dirá que son dramas superficiales y efectistas, y si, pero justamente por efectistas funcionan, y nos regalan una trama llena de giros y vueltas que nos hace enganchar desde el comienzo. Como siempre, de más está decir que se queden después de los créditos, ya que hay dos sorpresas. Una valiosa, y otra no tanto, pero que tiene su gracia.
Intenten detener a Arnold y a Sly. Vamos, intenten. Hay algo que Arnold y Sly entendieron bien, y es que están viejos. No se hacen los superhéroes, se saben vulnerables, y eso los llevó a la autoparodia, algo que les cae como anillo al dedo para el género en el que se están manejando: Las películas de acción puras, duras y que no permiten ni 10 segundos de análisis. Un género olvidadísimo luego de los tempranos '90 que solo de vez en cuando Jason Statham supo revivir. Pero ahora, con los próceres en las pantallas ¿Quién se atreverá a enfrentarlos? Tuvimos que esperar hasta 2010 para verlos juntos por primera vez en pantalla, pero eso ahora es algo que se repite, ya sea en la saga de Expendables (que ya tiene una tercera entrega confirmada) o en proyectos fuera de eso, como lo es Escape Imposible, una ¿comedia de acción? que destaca gracias a la frescura y a la poca seriedad que plantea. Ryan (Stallone) es un empresario que se encarga de testear los sistemas de seguridad de las prisiones ¿Cómo los testea? Escapando. Sencillamente se mete en la cárcel más segura y en nada ya está afuera, mostrando todas las debilidades de seguridad que puede tener el edificio. Como él es el mejor en lo suyo, la CIA le pide que, por favor, compruebe el sistema de una carcel que utiliza el servicio de Inteligencia para las personas apresadas clandestinamente en una central completamente anónima, escondida y secreta. A cambio, su cuenta bancaría crecería 5 millones de dólares. Adentro de esta cárcel tecnológicamente superior a cualquier cosa que hayamos visto (en materia de cárceles, claro) conocerá a Rottmayer, un recluso con el que formará equipo para huír de la prisión. La película tiene absolutamente todos los defectos con los que vienen de fábrica este tipo de películas: actuaciones exageradas, malos malísimos sin ningún tipo de matíz, huecos en el argumento y chistes internos que solo entenderán los mayores de 30 años, o aquellos que hayan seguido las carreras de Arnold y Sly. Pero ¿Podíamos esperar que NO tenga estos ingredientes? ¡Claro que no! Por eso Escape Imposible es una buena película, divertida, y que hará volar el tiempo en sus relojes. Porque cuando los grandes hablan, los demás se callan. Y si los grandes quieren pasar, pasen, nadie los va a detener. Es más, cuándo quieran pueden juntarse de nuevo.
Amigos son los enemigos. Quienes gusten de la Fórmula 1, sabrán que el duelo entre Nikki Lauda y James Hunt fue uno de los más grandes de la historia del automovilismo. Por un lado teníamos al centrado austríaco, profesional, obsesivo y con su vida dedicada a ser el mejor. Por el otro, en cambio, estaba Hunt, el playboy inglés que dedicaba su vida al alcohol, las fiestas y, sobre todo, las mujeres, pero que tenía una forma de manejar tan audaz que lo catapultó rápidamente a las grandes categorías, pese a su estilo de vida. Ron Howard toma esta rivalidad para presentarnos una película desde ambos puntos de vista. No es una biopic sobre ninguno de los dos en particular, sino que toma una fotografía de un momento puntual en donde sus vidas se cruzaron, desde que se conocieron fuera de las pistas de la Fórmula 3 hasta el retiro de Hunt, con -obviamente- el feroz accidente que casi le cuesta la vida a Lauda como centro de la película. Chris Hemsworth y Daniel Brühl interpretan a Hunt y Lauda respectivamente, y sus actuaciones no tienen una sola mancha. El carisma de Hemsworth avasalla, y realiza el mejor trabajo de su carrera gracias a un personaje que le queda como guante; mientras que Brühl brilla gracias al apático Lauda, de acento raro, malos modales y poco carisma. Pero el poco carisma está tan bien impostado por Brühl que termina teniendo un magnetismo extraño, que nos deja en un lugar de amor-odio muy interesante. Pero la verdadera protagonista es la relación entre ellos, una mezcla de odio visceral con admiración, los típicos frenemies que tanto nos gusta ver en pantalla, que es el eje que mantiene en pie esta historia. Técnicamente, Rush: Pasión y Gloria es excelente. Tanto el material de archivo que lograron restaurar como las nuevas tomas que hicieron de la Fórmula 1 de los '70, con autos nuevos y reales girando en los circuitos, aunque también hay, por supuesto, una buena ayuda del CGI. Lo único no-tan-bueno que puede subrayarse de Rush son los saltos temporales que se hacen con ayuda de montajes con imágenes de carreras reales. Si, es genial ver eso en pantalla grande, pero los saltos en la historia nos dejan con ganas de ver un poco más de lo que sucedía allí. Pero claro, es entendible porque son años y años para adaptar, y Peter Morgan logró escribir un libro que transmite todo lo que hay que transmitir para sumergirse en esos años locos de las carreras. Posiblemente Rush sea una de las películas del año, y aunque no se la perfila tanto para la temporada de premios americana, si podría ser una gran protagonista en los países en donde la Fórmula 1 tiene peso. @JuanCamposTw
Fílmala de nuevo, Sam. El Found Footage, esa herramienta tan de moda que abarata los films de formas impensables y que los convierte en máquinas de facturar. Actividad Paranormal, Apolo 18, Troll Hunter, V/H/S, y así podríamos seguir, con al menos una decena de títulos que deben su orígen a la bomba de El Proyecto Blair Witch, que demostró que se podía hacer cine barato y taquillero. El tema es que el recurso se está agotando de a poco. Si, siempre van a ser redituables (porque una película que cuesta pocos millones, a nivel global, casi siempre va a poder empatarse el presupuesto), pero a nivel creativo ya no hay demasiado que decir. Fenómenos Paranormales 2 es un buen ejemplo, que está plagada de buenas intenciones y de sustos legítimos, pero que en el fondo – y pese a que lo intenta- no deja de ser una película Found Footage más. En esta entrega, fanáticos de la primera parte de la saga van al hospital en donde se rodó. El problema es que los fantasmas que allí habitan no se fueron a ningún lado, y le harán la vida (y la muerte) tan complicada como se la hicieron a los anteriores valientes que se atrevieron a cruzar la muralla. Hay que admitir que las actuaciones de la película no son malas. Por momentos logramos meternos en ese lugar maldito y sentir algo de empatía. Pero los fantasmas, iguales a los de la primera entrega, son poco terroríficos. Los sustos se basan meramente en los golpes de efecto. La psicología, pese a algún momento de tensión que se pueda llegar a generar, queda en segundo plano frente a lo físico, algo que en el Found Footage no suele pasar. Con esto podemos presumir que los Vicious Brothers (que no son hermanos), directores de la película, quisieron darle una vuelta de tuerca a lo que ya vimos, pero solo logran convertir a la papa en patata. Fenómenos Paranormales 2 no es la peor película de terror que van a ver. Es más, puede que disfruten con algún momento en particular y que se lleven algún susto encima; pero si la vemos como un todo, no deja de ser un aporte más a un género poco interesante que se niega a morir a tiempo.
Ahora si, volvió Woody Allen. Cuando se estrenó hace un par de años Medianoche en París, todos los que nos consideramos -pese a todo- fanáticos del cine de Woody Allen dijimos "bueno, al fin, volvió a su mejor cine", aunque nos estabamos engañando un poco. Medianoche en París es una película divertida, ingeniosa, con buenos diálogos y excelentes actuaciones, pero nada tenía que hacer al lado de Manhattan, Annie Hall o cualquiera de sus clásicos. Ahora, con Blue Jasmine, la cosa se da vuelta, porque gracias a un trabajo actoral fuera de este planeta, la película definitivamente se ubica, al menos, en un top 5 de su filmografía, si no dejamos que la nostalgia nos embote los ojos, poniendo viejas películas del director en lo más alto porque, bueno, son viejas. Blue Jasmine es la película de Cate Blanchett. Los demás giran a su alrededor e intentan generar historias propias, pero ni el director les da demasiado terreno, porque todos los ojos, todas las cámaras, están en esta mujer Jeanette/Jasmine (se cambió el nombre por "poco sofisticado"), antes en la cima del mundo gracias a un acomodado casamiento con un millonario (Alec Baldwin), pero enceguecida por el poder. Tan enceguecida que no vió la enorme cantidad de veces que su esposo la engañó, y tampoco quiso prestar atención cuando estafó a sus clientes, y encima utilizando su firma, ya que ella "no entiende nada de números". Así vemos su caída, la obligación de vivir con su hermana (Sally Hawkins), madre de dos bestias, divorciada y humilde, que se encuentra en una relación con posibilidades de un futuro en común con Chili (Bobby Cannavale). El problema es que la llegada de Jasmine también es una tormenta. Ella, en un estado psicológico lamentable, habla sola y da consejos de vida a su hermana. Consejos que, como podremos imaginar, no son los más brillantes. No solo porque vivió en una nube durante los últimos años, sino porque su cerebro le está jugando trucos de mal gusto permanentemente, colgándose en aquellos tiempos en que las galas y los vestidos caros eran el día a día de su vida. La película sigue dos caminos, el pasado, con flashbacks de la feliz vida de Jasmine con su marido, y se intercala con el presente, con Jasmine y su hermana. La edición nos lleva de un lado a otro sin avisarnos, pero no es confuso en absoluto. Las reglas del juego se establecen a los pocos minutos en pantalla, y en seguida captamos la idea. De todas formas, lo único un poco "malo" de la película -aunque comprensible de todas formas- es la sobredimensión que tiene el personaje de Blanchett. Ella devora todo, tanto que cuando se intenta llevar adelante alguna de las historias paralelas, queremos que termine rápido, así volvemos a ver a Jasmine, a la terriblemente snob, asquerosa sin remedio, ignorante y presumida Jasmine. Una Jasmine de la que no podríamos enamorarnos nunca, pero que gracias a la distancia que nos da la pantalla, no nos cae del todo mal.
Mitos modernos. Hace tres años debutaba en la pantalla grande Percy Jackson con El Ladrón del Rayo, la primera entrega cinematográfica que adaptaba, por supuesto, el primer libro de la saga escrita por Rick Riordan y que cuenta con cinco libros de gran éxito mundial. El problema es que en la pantalla, el éxito no fue tan grande. Si, logró más de 226 millones a nivel mundial, pero viendo los números que hacía en esos tiempos Harry Potter y la saga Crepúsculo, algo no terminaba de cerrar. De todas formas, a la saga se le dió una nueva oportunidad y hoy estrena en Argentina la segunda parte, El Mar de los Monstruos, que ya lleva recaudado, a nivel mundial, 152 millones de dólares; lo cual es un número aún más bajo que la primera, pero consideremos que aún le falta estrenar en mercados importantes. De todas formas, el gran punto es que pese a la actual fama de Logan Lerman y a una nueva aparición, el interés por Percy Jackson en el cine todavía no se hace físico, y eso es algo que, nuevamente, puede volver a atentar contra la saga, generando dudas en los productores. Pero la tercera parte es la tercera parte, ahora centrémonos en la segunda, que es la que nos interesa. En El Mar de los Monstruos volvemos a meternos en el mundo de los semidioses Percy (Logan Lerman) y Annabeth (Alessandra Daddario) que deben salvar su mundo y el nuestro del ataque de un Titán, para lo que necesitan tener en sus manos uno de los tesoros mitológicos más valiosos: El Vellocinio de Oro. El problema es que para conseguirlo deberán emprender un viaje lleno de peligros, en donde conocerán aliados y enemigos y bla bla... Ya conocen la historia. Y es que este tipo de películas no es muy distinta una de la otra. Lo que las diferencia es la ejecución. Se me hace difícil comparar la peor Harry Potter con la mejor Percy Jackson sin que Percy salga perdiendo. Y no es solo una cuestión de presupuesto (que también se nota) sino de alma. Los personajes no son demasiado llamativos, y el director Thor Freudenthal parece querer sacarse el trámite de encima. Pero pese a todo, si lo que los llama de la película son las aventuras, adelante, que hay para todos. En definitiva, Percy Jackson no llegó a sacarle el trono a Harry Potter, pero tampoco logró desarrollar una personalidad lo suficientemente fuerte como para soportar a sus espaldas el peso de un suceso comercial. Mientras tanto, como películas para divertirse un rato, la saga Percy Jackson funciona de maravilla.
El gran dragón pop. China, siglo XIX. Dos guerreros (Cung Le y Byron Mann) traicionan al emperador y toman el poder. Allí, aprovechando de los poderes de un golem de hierro (Dave "Batista" Bautista), someten al pueblo a su placer. Pero ellos tienen sus enemigos, porque del lado de la justicia aparecen el hijo de un guerrero asesinado (Rick Yune), un mercenario (Russell Crowe) y un herrero ex-esclavo que tiene el poder de convertirse en un arma humana (RZA). Así, con ellos como protagonistas, comienza el típico viaje enfrentando a rivales pequeños, hasta llegar al big boss, bien al estilo del cine chino, pero con el aditivo de cargarse de autoparodias, guiños pop y untarse con glitter kitch intencionalmente, que la autoubica en el cine de clase B. Quentin Tarantino y Eli Roth son los padrinos creativos de El Hombre con los Puños de Hierro, el debut como director del rapero RZA, que también protagoniza. Esto, claro, pone la estética de la película "cercana" al universo tarantinesco, pero al director le falta experiencia y, por momentos, todo se ve como un gran juego personal que decidió comenzar solo por divertirse. Ojo, eso se aprecia y se disfruta, y también ayuda a distender cuando la película toma caminos completamente absurdos. Si es así, es porque así lo quiso RZA. Que eso divierta o no a la gente que lo ve de afuera, es otro tema e, irónicamente, es el problema principal de la película. Porque si, cualquiera que vea una peli de este tipo espera sobreactuaciones, malos malísimos, buenos buenísimos y peleas que desafían las leyes de la gravedad, la física y hasta la moral. Y con todo eso está bien y compramos. El problema es que muchas veces la historia se justifica y sostiene "porque si", y eso nos hace fruncir un poco el seño. Pero, si miramos la imágen grande, El Hombre con los Puños de Hierro es un gran debut, y es una película muy divertida. Si RZA dejara de ser un niño caprichoso, su carrera como cineasta podría tener puntos muy interesantes. @JuanCampos85