Luchando contra los malos por el sueño americano...
Al escuálido Steve Rogers (Chris Evans), oriundo de Brooklyn, hijo de un valeroso soldado y de una enfermera del pabellón de tuberculosos, nada le arredra cuando tiene una idea fija. Y pocas cosas le irritan más que el hecho de que, justo ahora que su país se encuentra en guerra con el Eje, le nieguen la admisión al ejército. Luego de su quinto rechazo, un científico alemán exiliado (Stanley Tucci) le evalúa y aprueba para una sección experimental del ejército y le propone un trato irresistible: convertirlo en un super-soldado, mejorando sus aptitudes físicas y llevándolas al límite de lo humano. A cambio, le pide mantenga intactos su bondad, sus principios y su coraje.
Pero una amenaza que va más allá de Hitler y sus aliados surge en el horizonte cuando Hydra, una organización escindida del Tercer Reich al mando del peligroso científico Johann Schmidt (Hugo Weaving) se prepara para conquistar el mundo diezmando la población mundial. Para ello, se valen de una novísima tecnología basada en una joya legendaria: el teseracto de Odín. Ciudad tras ciudad, oculto se extiende el poder de Hydra... hasta que, ayudado por la agente Carter (Hayley Atwell) y el excéntrico ingeniero Howard Stark (Dominic Cooper) el Capitán América ataca sorpresivamente al enemigo. Así, convence incluso al reluctante coronel Phillips (Tommy Lee Jones) para que le permita entrar en acción y cambiar el curso de la guerra.
Prolija, correcta, entretenida y visualmente impecable, así es esta nueva producción del universo Marvel que llega a las pantallas argentinas. Si se la compara con otras películas pre-Avengers (el plato fuerte que se viene) es ligeramente menor, sobre todo por sus continuas y necesarias (para la construcción del personaje, claro está) referencias al patriotismo norteamericano, el rol que tuvieron los EE.UU. en la guerra y tantas otras cuestiones más funcionales a los fines de la propaganda que de la historia humana en sí.
Porque hay algo que es innegable: el personaje del sargento Steve Rogers merecía crecer por encima de ese necesario clisé. Quizá una dimensión más cercana al Peter Parker de "Spiderman 2", o al Tony Stark de la primera "IronMan" lo habría puesto en un pie de igualdad de oportunidades con el público de estas latitudes.