¿El Triunfo de la Voluntad?
Hay que decir una gran verdad con Capitán América: El Primer Vengador, es una película de transición. Y eso es una verdadera lástima.
Hasta el momento, todas las películas que se venían haciendo de Marvel tenían una clara intención de ser independiente entre sí. O sea, no necesitabas haber visto Spiderman para ver Iron Man, no necesitas ver el final de El Increible Hulk para comprender el principio de Iron Man 2. Pero, esta manía, que empezó como un chiste, tras los créditos de Iron Man, donde aparecía Nick Fury reclutando a Tony Stark para formar una brigada especial con super héroes para combatir el crimen, empezó a cobrar una molesta inserción narrativa en Thor de Kenneth Branagh, quebrando el clima mítico y el drama familiar que le aportó el cineasta británico influenciado por su conocimiento sheakspereano. El final final de Thor marca lo que sería directamente el argumento para la prometedora Los Vengadores de Joss Whedon a estrenarse el año próximo.
Sin embargo en Capitán Planeta, Los Vengadores ya se empieza a hacerse notar, y la historia en sí de Steve Rogers es como un gran paréntesis de dos horas entre el final final de Thor y el principio de Los Vengadores.
Una verdadera lástima que esta sea la principal intención de los productores. ¿Por qué Capitán América termina siendo más valiosa por las imágenes que se muestran después de los créditos que por la película en sí?
Como ya digo en el siguiente Dossier:
http://www.asalallenaonline.com.ar/dossier/35-directores/2711-joe-johnston-mas-alla-de-los-efectos-siempre-hay-un-hijo-buscando-a-su-padre-.html ,
Joe Johnston es un director que dejó de lado la realización de efectos especiales para narrar historias, cinematográficamente hablando. Y lo hace bastante bien, pero esta vez se metió en un proyecto que va más allá de su administración. Que lleva publicitándose hace demasiado tiempo y le termina perjudicando narrativamente a esta película.
En principio porque quedan demasiados huecos narrativos: ¿tiene algo que ver el suero que agranda a Steven Rogers con el cubo mágico que cae de las tierras de Thor? ¿es el mismo cubo que vemos tras los créditos de la película del dios vikingo?
Y eso es solo el comienzo. El final deja tantas dudas como el de Lost.
Una lástima porque no se trata de una mala obra. El principio es rico, divertido, entretenido. Chris Evans se pone al hombro la película y demuestra que es algo más que una cara bonita: realmente es muy creíble como el soldadito enfermizo con ganas de triunfar. La estética retro, romántica cuarentona está cuidada en cada detalle y existe una verdadera humanización en cada personaje. Enternece por ejemplo, la relación entre Steve y Erskine (gracias a la naturalidad y sutileza de gestos de Stanley Tucci). Johann Schmidt es un villano de antología, Hugo Weaving, demuestra su versatilidad, su destreza gestual/facial para componer al personaje. Toda la película es muy entretenida. Una mezcla entre serial estilo Indiana Jones o Dick Tracy que se relaciona con la estética de los cómics de la época, con Donde las Aguilas se Atreven (misiones suicidas en Los Alpes, todo muy vistozo.
Sin embargo, lo que debería priorizarse es el mensaje, la moralina: la bondad y compasión hacen fuerte al hombre, y la maldad lo convierte en un monstruo. Esta trivialización, banalización del bien y el mal con estereotipos no es tan molesta, como lo es el hecho de que durante el desarrollo, Steve Rogers olvida la palabra compasión en su diccionario y mata a diestra y siniestra, sin tener compasión a algún villano.
Los últimos 45 minutos, lamentablemente borran el contenido más político y sentimental que tan bien habían sido desarrollados intercalados con escenas de suspenso y acción al principio. El final es una sucesión de escenas adrenalínicas, más parecidas a un video juego, que a una película. Inclusive la pelea final entre Rogers y Calavera Roja es muy decepcionante. Y todo se da, cuando se sacan las máscaras, o se las ponen mejor dicho. Cuando Steve Rogers deja de ser el soldado perseverante al que ponen como propaganda política solamente, para ser EL Capitán América... y Schmidt se convierte realmente en Red Skull.
La obra tiene un excelente elenco, entre los cuales se destaca también el rubio Neal McDonough como un duro soldado irlandés (se entiende por el estereotipo de la caracterización). Sin embargo no me queda demasiado claro porque el comando elitista que lidera Rogers empieza a convertirse cuasi en protagonista y termina siendo olvidada en la trama, al igual que pasa con los personajes de Toby Jones y Tommy Lee Jones, ambos interpretados con majestuosidad. El primero, porque resulta verosímil en cada fotograma. El segundo porque nos muestra a K (el personaje de Jones en Hombres de Negro) en medio de la Segunda Guerra Mundial.
Desde el punto de vista narrativo podemos encontrar tantas falencias, que abren agujeros, que buscan respuestas para encontrar directamente en Los Vengadores, que resulta difícil no clasificar a esta película de tremendamente fallida. ¿Por que lo que no vemos en un debe estar en la otra?
Sin embargo, alguien la salva. No, no es El Capitán América en sí, sino Johnston. El director le aporta, dinamismo, nostalgia, entretenimiento, cinefilia y sobre todo una gran cuota de respeto por la época y la iconografía de la misma. No quiero, honestamente centrarme en el contenido patriótico esta vez, porque es tan obvio de antemano, que criticarlo, me parece completamente hipócrita.
Lo que vale la pena es la sensación y emoción que te va dejando a medida que te vas involucrando mejor con el personaje de Rogers. Pero al mismo tiempo, esa alienación que provoca no saber si estás viendo una secuela de Thor, acaso.
Lo peor es que se nota que se hizo muy rápido. La construcción artística es notable, pero falta que se convierta en algo más genuino y menos industrializado. Casi que no da tiempo de masticarla bien hasta que se estrena Los Vengadores. Hay cierta frialdad conceptual. Como sí hubiese mucha autoconciencia que se trata de un nexo y no de LA película definitiva de uno de los personajes más importantes de Marvel.
Alan Silvestri no falla en la banda sonora, pero tampoco logra explotar musicalmente como sucede con las partituras que hizo para Zemeckis.
Podemos encontrar paralelismos con G.I. Joe y La Guerra de las Galaxias en la forma que se representa a los miembros de Hydra.
Capitán América es una obra incompleta: faltan motivaciones claras, ser más dependiente de su propia historia. Entretenida, pero la meta es interesar al público para la que vendrá en Mayo del año que viene. Y eso no es suficiente.
Lo que le falta es creérsela un poco más… y hacer valer la voluntad interna (y no de los inversionistas). O sea, básicamente, a Capitán América: Primer Vengador, le falta la actitud de Steve Rogers.