La tercera aventura del superhéroe con escudo ofrece acción, humor y cruce de personajes ya consagrados por el público, además de presentar al nuevo "Hombre araña". Un buen entretenimiento también teñido por los excesos visuales.
El universo Marvel dice nuevamente presente con el escudo mortífero de Capìtán América: Civil War, el tercer eslabón de aventuras nuevamente comandado por los realizadores Anthony y Joe Russo, los mismos de la entrega anterior, Capitán América y el soldado del invierno.
En la primera de la saga, Capitán América: El Primer Vengador la acción estaba ambientada en la década del cuarenta, en plena Segunda Guerra Mundial y con la figura de Hitler como fondo; y en la segunda - la mejor de todas- aparecía una moderna Washington D.C. Ahora la acción, como buena película de espionaje, tiene lugar en varios escenarios internacionales y narra una historia de enfrentamientos y alianzas en este vertiginoso producto que si bien está teñido por los excesos visuales ofrece un universo donde los superpoderes están servidos en bandeja.
El grupo de Los Vengadores está dividido por la decisión de instalar un sistema de control sobre su accionar luego de un incidente que dejó daños colaterales. La alianza se presenta entonces en dos grupos: uno que no apoya esta decisión, liderado por Steve Rogers/Capitán América -Chris Evans- y otro que rinde cuentas al gobierno, con Tony Stark/Iron Man -Robert Downey Jr.- a la cabeza.
Bajo el lema "Si no puedes con tu enemigo, divídelo", el relato está impulsado por un villano no tan feroz -Daniel Bruhl-, dramas familiares y toda la galería de personajes de Marvel que se enfrentan en una impactante secuencia desarrollada en un aeropuerto.
Los aliados combatiendo entre sí ya tiene un plus interesante para explotar en esta nueva entrega, con la presentación del nuevo adolescente inquieto Peter Parker/El hombre araña -rol a cargo de Tom Holland, el ex niño de Lo imposible-. En tanto, los momentos de humor están bien dosificados y, en ese sentido, Tony Stark lo lleva como anillo al dedo, además de la acertada intervención del no tan diminuto Ant-Man -Paul Rudd-.
Con una incesante acción que se pasea por los años 90 y pasa a la actualidad, la trama queda relegada ante tantos efectos visuales, mientras el superhéroe del título arrastra sus propias pérdidas familiares. Todo aflora en medio de este policromático enfrentamiento en el que se pone en juego la unidad de lucha contra las injusticias del mundo.