La superación del estilo Bourne.
Winter Soldier fue una de las mejores películas de acción que vi en los últimos años, lo que en aquel momento resultó inesperadamente gratificante. La sorpresa, en esta oportunidad, mutó a expectativa, porque Civil War está realizada por los mismos directores, y las expectativas, contra todo pronóstico, fueron superadas. La tercera entrega de Capitán América trasciende su género y es una de las mejores películas de acción que he visto en la pantalla grande.
Es una montaña rusa de las buenas. No hay mucha pausa en esta aventura desfibrilante, plagada de intensas persecuciones y peleas que cortan el aliento. El cine de acción es redituable pero pocas veces reconocido desde lo artístico. Hay que guionar de modo tan creativo y luego dirigir una seguidilla ininterrumpida de secuencias de acción de la forma en que se hace aquí, en que cada combate sorprende y gratifica con un alto grado de impacto. La historia, por otro lado, está muy bien presentada y el conflicto se va desatando gradualmente sin perturbar el clímax. Hay pocos diálogos, pero buenos, y hay también una caterva de personajes que son aprovechados cada segundo en la pantalla, sin necesariamente eclipsar a los protagonistas principales.
Podríamos decir que los hermanos Russo han reformulado el cine de superhéroes para convertirlo en una propuesta de acción mucho más en línea con el cine contemporáneo de espionaje. Seguramente inspirados por la trilogía de Bourne, los directores han sabido perfeccionar el estilo, y no me tiemblan los dedos al escribir que estos muchachos son sin dudas los mejores en la materia hoy por hoy. Civir War posee dos horas y media de acción indispensables para cualquier aficionado al género, le gusten o no los superhéroes.