Si la saga de Capitán América estuvo entre lo mejor de la factoría de Marvel/Disney, este virtual regreso de los Vengadores centrados en el enfrentamiento entre Steve Rogers y Tony Stark consigue cruzar con gracia géneros -acción, comedia, suspenso, film de espías, cómic de superhéroes-, subtramas y múltiples personajes -menos Thor y Hulk están todos, más algunos recién llegados- en dos horas y media siempre entretenidas y generosas.
Los directores, Anthony y Joe Russo, responsables de El soldado de Invierno, consiguen que los distintos registros confluyan y fluyan en un tanque que se aleja del piloto automático agotador de las últimas entregas superheroicas, sean de Marvel o DC. Como resultado, son capaces divertir a carcajadas y de emocionar, con algo tan serio como lo que hace a la amistad profunda entre colegas que no siempre están de acuerdo.
Todo desde el homenaje entrañable al cómic, su estética clásica que remite a viñetas impresas, sus guiños múltiples, para fans del universo Marvel y para otros, como los que disfrutarán de la escena que comparten Marisa Tomei y Robert Downey Jr. Capaces, en fin, de llevarnos gozosamente, a todos, hacia un mundo lleno de efectos y superpoderes que, sin embargo, se parece mucho a éste.
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Hay ahora una división en el grupo, entre los que quieren firmar un protocolo para trabajar bajo control de Naciones Unidas, con Stark a la cabeza, y los que quieren seguir funcionando de manera autónoma, con el capitán como líder. La primera parte se concentra más en esos vaivenes políticos, y es placentero el ejercicio de observar a los superhéroes colaborando, o no, con los funcionarios internacionales. En la segunda detona el conflicto interno, la grieta entre los avengers, que tiene un desarrollo dramático echando raíces en los traumas y dolores del pasado.
Los vengadores, en “Capitán América: Civil War”, se toman el pelo a sí mismos -a sus músculos, a su dinero, a su descontrolado poder de destrucción-, pero también a las superproducciones de su género, para alegría de todos los que, después de la solemne Batman vs Superman, andaban necesitando una dosis de acción con humor e inteligencia, (que para el caso, van juntas).
También supera, en ese sentido, a su propia antecesora, la más plúmbea y discursera La era de Ultrón, del venerado Joss Whedon. El aporte de las apariciones de AntMan, y especialmente la introducción de El Hombre Araña, recuperado para esta franquicia, son extraordinarias; el villano que compone el siempre competente Daniel Brühl es de lo más creíble, hasta conmovedor; las secuencias de acción no se lo comen todo y son un videoclipeo de piñas en el que no nos perdemos, porque forman parte de un todo. Un conjunto con el noble objetivo de que pases un buen rato en el cine, con esa compañía freak, simpática y letal. Y no te apures a irte de la sala, porque hay bonus, claro.