Desproblematizado el problema.
Desde el tráiler podemos pensar que esta película trata sobre un tema serio y controversial. Sucede que muestra la historia de una familia que ha decido vivir fuera de la sociedad y del sistema, y que ha instalado su casa en medio del bosque. Subsisten gracias a las artesanías que venden, se alimentan de la naturaleza y, por supuesto, sus 6 hijos no van a la escuela. El problema empieza cuando, luego de morir la madre, la familia debe volver a la ciudad para asistir al funeral. Entonces, Ben (Viggo Mortensen), el padre, debe enfrentarse a la contraposición de sus suegros que consideran que los niños deben volver al sistema educativo. Así se esperaría el desarrollo de una problemática social y política importante e interesante. Además, en este caso, los niños del bosque saben mucho más sobre historia, arte y política que sus propios primos mayores que viven en la ciudad. Estar dentro del sistema o no. Estar dentro del sistema de educación norteamericano o no. Podrían ser disyuntivas atractivas.
Pero, poco a poco, en Capitán Fantástico esta pregunta se va haciendo más banal. La película parece tomarse el problema más en joda. Se interesa por ser una comedia sin meterse en esas complejas problemáticas. Parece tampoco tomarse en serio el humor para hablar de política. Por otro lado nos enteramos muy al pasar que esta familia en realidad es millonaria y dueña de todo el bosque. Entonces ya no parece decisivo buscar respuestas a esa controversia educativa y social. La características de los chicos salvajes, dejan de tener una referencia en la realidad y se convierten en personajes meramente fantásticos. Es más importante el absurdo de los conocimientos elevados que tienen los chicos educados en el bosque. Es más simpático ver a Viggo Mortensen tomando mate que pensar en esa disyuntiva que nos pudo atraer al principio. El decrecimiento del verosímil aquí significa reducción de los argumentos en un principio planteados.
Si uno se toma este problema en serio puede estar equivocando el rumbo, se chocará siempre con un chiste, y quedará amargado. En todo caso, podría servir para una discusión post película donde no valdrá la pena tomarla como referencia. En cambio, si uno se toma más relajadamente el problema político que se plantea al principio, y no le pide tanto, va a disfrutar más de Capitán Fantástico, la proyección será más amable, y podrá disfrutar de ver a Viggo Mortensen tomándose un mate.