Realismo, gran virtud de “Capitán Phillips”
La odisea de un barco mercante atacado por piratas somalíes es algo demasiado presente y contemporáneo como para convertirlo en un thriller común y corriente o, mucho menos, una típica película de acción hollywoodense.
Paul Greengrass es un director con el don del realismo. Las secuencias en las que unas lanchas miserables intentan tomar por asalto un buque enorme, simplemente no se parecen a nada visto en ninguna peíícula. Cada situación relativa al buque está filmada con la máxima minuciosidad, especialmente al principio, cuando no pasa nada grave y todo es rutina.
El nivel de tensión que logra Greengrass cuando sí pasa algo grave es tan feroz como extraño. Es que lo que nos falta saber es qué es lo que realmente motiva a esos piratas modernos para enfrentarse a, si hiciera falta, la flota estadounidense.
"Capitán Phillips" puede verse como un thriller de secuestro, original por la locación en el mar. También puede entenderse -sobre todo por lo que tiene que ver con el anunciadísimo desenlace-, como otra de las películas de propaganda de la era Obama, (más parecida a la de Kathryn Bigelow sobre la caza de Bin Laden que a las de ficticios atentados contra la Casa Blanca).
Pero Greengrass, aun sin mucha ayuda del guión, logra dejar al espectador pensando sobre esos raquíticos piratas somalíes liderados por un gran actor: Barkhad Abdi. El detalle inusual de los diálogos en somalí entre los piratas da un toque más de realismo al film.