(Nota: el filme comienza con un sentido homenaje a Stan Lee, fallecido el año pasado. Gracias Stan.)
Consideren la locura de la siguiente movida: durante años estuviste construyendo una máquina de hacer millones y ahora, en el momento mas crucial de tu historia (y cuando estás a punto de pegar el mayor batacazo del siglo), el éxito de semejante golpe depende de una pieza nueva, creada por un equipo nuevo e inexperto, presentado en sociedad apenas un puñado de días antes y sin margen de maniobra en caso de error. ¿Exceso de confianza o maniobra suicida?. En todo caso lo que ha probado Marvel – en todos estos años de un éxito tras otro – es que se ha erigido en una fábrica de productos en serie, manufacturados bajo una estricta serie de reglas básicas despersonalizadas (aunque con margen suficiente para la creatividad, de manera de poder diferenciar los productos entre sí y darles personalidad propia) y supervisados bajo un estricto control de calidad. Si lo del principio fue suerte – cuando rodaron Iron Man en el 2008, nadie podía imaginar que Marvel iba a filmar 20 películas mas, interconectadas todas entre sí, y convirtiéndose en un gigantesco éxito de crítica y taquilla -, ahora es un mecanismo súper aceitado. Es posible que hayan tomado (y mejorado) el modelo que aplicaron los productores de los filmes de James Bond en los años 90, cuando empezaron a traer a los directores mas dispares – tipos que venían del drama, el nicho indie o la comedia – y los manejaban de tal forma que seguían la fórmula sin chistar, dando a luz el producto que exactamente querían. Pero aún con todo ello las cosas podían salir mal y, lo que es peor, podían afectar la suerte en la taquilla de Avengers: Endgame de manera letal. Por suerte Capitana Marvel sale airosa, aunque no sin algunos rasguños (sorry Nick por el chascarrillo) y con cierta urgencia de pulir en el futuro los mecanismos narrativos de la saga.
En sí, la historia de origen del personaje (en el comic) es bastante desprolija. Es como si les hubiera costado un montón encontrarle un público para la historieta, razón por la cual sufrió un montón de cambios. Si Superman siempre fue Clark Kent y Batman Bruno Díaz, la gente de Marvel suele mutar personajes y a veces fusionarlos entre sí o hacer que otros porten el disfraz hasta encontrar una versión que los deje satisfechos. La editorial está plagada de ejemplos como estos, ya sea con el Capitán América muerto y Bucky Barnes o Luke Cage tomando su lugar, o generando versiones afroamericanas de Ironman y Spiderman, o poniendo a Hawkeye con identidades alternativas – como Ronin, que es quien supuestamente vemos en el trailer de Avengers: Endgame -. Al principio el “Capitán Marvel” era un tipo – Mar-Vell, creado por Stan Lee & Gene Colan en 1967 -, el cual era un científico alienígena radicado en la Tierra y que vino a desarrollar un motor para viajar a la velocidad de la luz, algo requerido por sus superiores de la raza Kree (un detalle que el filme conserva de manera textual). El tipo eventualmente se transformaba en un superhéroe intergaláctico – mezcla de Superman y Linterna Verde – y se dedicaba a defender a la Tierra de amenazas de todo tipo del espacio exterior. En esa historia Carol Danvers tenía un rol secundario pero, como la tira no vendía mucho, pasó por varios autores hasta llegar a Roy Thomas y Gene Colan, quienes modernizaron la historieta, mataron a Mar-Vell y le dieron súper poderes a Danvers en 1977. Pero, por algún chifle creativo del momento, los tipos de Marvel no estaban convencidos de darle un rol tan poderoso a una mujer, y a Danvers la llamaron genéricamente Miss Marvel mientras el título de Capitán Marvel sería disputado consecutivamente por cinco personajes distintos, ninguno de los cuales dejaría una marca memorable. Danvers tendría que esperar 35 años hasta que se hiciera justicia y le dieran el título oficial de Capitana Marvel en el 2012.
Por si todo esto no fuera lo suficientemente confuso, el nombre del personaje tampoco era original y ya existía un Capitán Marvel previo, publicado por otra editorial (Fawcett Comics) entre 1939 y 1953. En ese caso el tipo era un clon de Superman con mucho mas onda (las historietas eran cómicas) y se convirtió en un fenómeno muy popular hasta el punto que en un momento vendían mas ejemplares que el Hombre de Acero. Esto enfureció a la gente de DC (en ese momento se llamaban Detective Comics) que empezó a litigar contra la Fawcett en 1941 alegando que el “Capitán Maravilla” era un plagio de Supie, y enfrascándose en una seria pelea legal que terminaría asfixiando financieramente a la Fawcett en los años 50. Ciertamente el argumento del plagio era ridículo y podía defenderse a muerte en los juzgados pero la Fawcett era una editorial pequeña, no disponía de los mismos recursos que la DC y, para colmo, en los años 50 el género de comics de superhéroes estaba en franca decadencia, con lo cual las ventas eran muy pobres para enroscarse en un costoso duelo judicial contra una empresa mas grande. Muchas tiras de superhéroes fueron canceladas en aquella época y serían mas tarde revividas – con nuevo estilo, diferentes poderes e historias frescas – a finales de la década, inaugurando la Era de Plata del comic. Pero para ese entonces el Capitán Marvel de la Fawcett estaba muerto y archivado, y así lo seguiría (con tal de no ofender a la DC) durante las siguientes dos décadas. Al no seguir siendo publicado su nombre quedó en dominio público y así fue como Marvel lo registró para sí en 1967. El detalle curioso es que la DC después terminaría absorbiendo a Fawcett Comics en 1972 e intentaría revivir al personaje… pero se toparía con la mordaza legal de Marvel para poder usar su antiguo nombre. DC terminaría rebautizando al personaje como Shazam! (por la palabra mágica que usaba el protagonista para transformarse en el superhéroe de marras) e intentaría por décadas – y sin éxito – recuperar la enorme popularidad que tenía la tira en los años 50.
Esta versión de Capitana Marvel llega a la pantalla grande después de dar vueltas durante casi una década en los laboratorios de Marvel Studios. Lo que aceleraría su salida del aguantadero sería el formidable éxito de Mujer Maravilla (2017), demostrando que había un masivo público femenino dispuesto a ver historias de superheroínas. Marvel – que a partir de ese momento fue tildada de ser un “club de machos”, donde no había ninguna mujer en cargos creativos importantes en las veinte películas producidas por el estudio hasta la fecha, y con escasos personajes femeninos relegados a roles secundarios – apuró el trámite y llamó a dos directores indie (Anna Boden & Ryan Fleck, de Half Nelson, Una Divertida Historia y Sugar) y los puso a cargo del proyecto, no sin antes ponerle una estricta tutela para que saliera todo tal cual lo tenían planeado. A primera vista la impresión era confusa – si no conocieras la historia previa de esta dupla pensarías que Fleck es un empleado de Marvel y la Boden está simplemente de testaferro para acreditar presencia femenina en la sección creativa -, e incluso grupos reaccionarios comenzaron a trollear fuerte contra el filme a meses de estrenarse (sobre todo, con el surgimiento de los primeros trailers de la película, los cuales eran medios flojos para la hinchada), aduciendo que era una película feminista e inundando foros y sitios de cine con toneladas de críticas malintencionadas y otorgándole puntajes bajísimos a la cinta. Hasta RottenTomatoes tuvo que intervenir en la movida y se vió obligada a ajustar sus algoritmos de evaluación de reseñas del público, descartando p.ej. anomalías tales como que 5.000 usuarios le dieran puntaje cero en un mismo día y de manera casi consecutiva a un filme en temporada de preestreno o con exhibiciones reservadas (o sea, pendiente del estreno masivo a nivel nacional).
Mas allá de esta telenovela y de todos los temores de los fans del género (me incluyo), Capitana Marvel supera de manera bastante airosa toda la negatividad previa. Si uno considera los equipos creativos “frescos” que Marvel ha montado en los últimos tiempos (Jon Watts, John Francis Daley & Jonathan Goldstein de Spiderman: Homecoming, sin ir mas lejos; tipos salidos de la nada, con cero de experiencia previa en el género y que terminaron generando productos súper sólidos con una clara idea del proyecto), te da la impresión que la dupla de Boden & Fleck es una de las mas flojas de su staff, mostrando en los minutos iniciales que no tienen una idea muy clara de cómo comandar al personaje. Los primeros veinte minutos se ven bastante chatos y genéricos, con una Brie Larson que se ríe demasiado y cancherea mucho (perseguida, quizás, por el estigma de Tony Stark y Stephen Strange, como si el snobismo fuera una marca de fábrica de muchos personajes de Marvel), y uno empieza a temer lo peor, especialmente si la Larson se decide a copiar la onda de Angelina Jolie en Lara Croft: Tomb Raider (2001) donde la ex señora Pitt se hacía la ultracool en una historia boba y plagada de secuencias heroicas sobreinfladas. Por supuesto, si hay algo que yo amo es a los actores que adoran a sus personajes, tipos que estuvieron deseando durante años un papel o participar de un género (caso de Pierce Brosnan con 007) porque, cuando lo agarran, lo amoldan enseguida a su personalidad y lo interpretan con gusto. Acá yo creo que el problema es mas de los directores que de la Larson, que está chocha de ser la Supergirl de Marvel. También es cierto que, en el comic y en dibujos animados (donde uno pudo ver a la Capitana Marvel en acción, caso de Vengadores Unidos de Marvel) el personaje destilaba soberbia y prepotencia, como si fuera una especie de Capitán América mucho mas estoica y con menos tacto. Acá la Larson desparrama soberbia y sonrisas cancheras por todos lados, antes de poder justificar si semejante ego es merecido – haciendo alguna cosa formidable -. Gracias a Dios logra probarlo con creces cuando le toca escaparse de la prisión Skrull donde estaba atrapada, revoleando monos aún cuando tiene sus superpoderes anulados, y disparando la adrenalina del filme que venía medio letárgico hasta ese momento. No sólo es una pelea coreografiada como los dioses, sino que la Larson ruge y destila una fiereza que uno aplaude. Luego cae a la Tierra y sigue por algunos momentos la sensación de incomodidad con el personaje pero eso se va desvaneciendo con el tiempo por tres motivos: mas escenas de acción donde la Larson se mueve muy bien, la aparición de un digitalmente rejuvenecido Samuel L. Jackson (que tiene una química brutal con Larson) y el proceso de descubrimiento de la verdadera identidad de la protagonista, en donde Larson está mas cómoda como humana común y corriente (en los flashbacks) que como noble heroína guerrera Kree.
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En sí, el filme tiene un sabor vintage que no está explotado como debiera. Como transcurre en 1995, las referencias pop de la época abundan (caso de la música o Blockbuster), pero son mas anecdóticas que parte integral de la historia o del personaje (al contrario de lo que pasaba con Peter Quill de Guardianes de la Galaxia). En cambio el aspecto de buddy cop está mas logrado – recuerden que en esa época estaban de moda las películas de parejas desparejas de policía al estilo de Arma Mortal y cientos de clones posteriores – con Jackson y Larson sacándose chispas en pantalla. Mientras la Larson va entrando en calor y demuestra que es una heroína con gracia natural, el otro plus que cimenta la historia es Ben Mendelsohn, que a esta altura puede hacer un villano hasta en sueños pero acá le toca uno con mucho sentido del humor y cierto aspecto emotivo que termina por comprarte. Aliados por las circunstancias (y con la suma de Lashana Lynch como la mejor amiga de Danvers cuando vivía en este planeta) forman un gran equipo para la acción y el humor.
Y sí; cuando Carol Danvers entra en acción, patea traseros a lo grande, en especial en el espectacular climax. Wow!; cuidáte Thanos que acá viene Carol a ponerte un supositorio de fotones!. El drama con semejante puesta en escena es que Danvers parece invencible… y no hay nada peor que un personaje – Dios carente de debilidades. Si a Superman le tuvieron que inventar un talón de Aquiles como la kriptonita para generar tensión dramática, acá el punto débil de Danvers brilla por su ausencia. Espero que en el futuro ese detalle (así como el histrionismo exacerbado de la Larson) sean corregidos para darle a la franquicia un carácter propio, fuerte, equlibrado y admirable en vez de ser simplemente un elaborado deus ex machina para ganarle la batalla final a Thanos en Endgame.
Capitana Marvel satisface, pero tiene su cuota de detalles a pulir. La Larson es simpática, destila furia y es genial en acción, pero le faltan cosas para ser tridimensional. Del resto Jude Law exuda ferocidad y Annete Benning sabiduría y paciencia, pero es el trío de Larson, Jackson y Mendelsohn los que llevan la batuta. Marvel sigue sin meter la pata y sigue dando a luz formidables espectáculos pochocleros, pero acá el apuro por rodar esto devino en algunas desprolijidades. Hay tiempo para madurar y corregir lo que puede ser la épica de un gran personaje – una versión femenina de Linterna Verde destinada a imponer la paz en la galaxia – en los años que faltan hasta la llegada de la pertinente secuela.