Llegó “Capitana Marvel” finalmente. El nexo (desde la historieta al menos) entre Avengers y los X-Men, pero sobre todo la mujer que va a salvar el planeta del desastre que hizo Thanos el año pasado en “Avengers: Infinity War” exterminando la mitad de la vida en nuestro planeta. Claro que primero tenemos que saber quién es, de donde viene, como encaja aquí, etc. No alcanza con presentarla bien en la cuarta parte de la saga (se estrena éste año) usando el poder de síntesis que caracteriza a Hollywood. Hay que hacer toda una explicación de dos horas y por esa razón estamos escribiendo estas palabras.
El primer error fáctico de los medios en general es informar que esta es la primera respuesta de Marvel a los tiempos de reivindicación de los derechos de la mujer, igualdad de género, etc, poniéndola como figura principal frente a tanta testosterona predominante pululando en el cine en general, y en el cómic hecho cine en particular. En todo caso es la primera desde que estalló el #NiUnaMenos, pero ya en 2005, mucho antes de eso, tuvimos la primera protagonista femenina exclusiva de este siglo en el mundo de los superhéroes. Fue Elektra, protagonizada por Jennifer Garner. Sería lógico no recordarla porque aquella de hace 14 años tiene un punto en común con el estreno de esta semana: es igual de floja.
A esta altura del partido, y con tanto fan atento a ver si se traiciona o no la fuente original arriesgándose a un fracaso comercial, era lógico que los hechos narrados iban a ser fieles. Así, la historia de Carol Danvers (Brie Larson), una mujer piloto del ejército que entra en contacto con un material extraterrestre, producto de la guerra entre dos razas alienígenas, que le otorga super poderes inimaginables. Por otra parte, esa guerra entre los Kree y los Skrulls (seres que con su aparición expanden el universo nuevamente porque se concatenan con Los 4 Fantásticos) la tiene confundida. No sólo en su conciencia del espacio, sino del tiempo. Justamente aquí, en la primera media hora de “Capitana Marvel” es donde reside lo más interesante. La construcción del relato, desarmada como un rompecabezas cuántico, resulta original y muy entretenida de rearmar pues el espectador entra en el mismo desconcierto que sufre la protagonista, quien se encuentra en una galaxia entrenando con Yon-Rogg (Jude Law) mientras trata de entender esas imágenes o flashes de la memoria que cada vez más seguido invaden su mente. Un enigma que ella presiente como fuente de las respuestas que está buscando. Es más, dentro de ese contexto también funciona cuando el espectador llega a entender en qué momento del tiempo ocurren estos sucesos.
Estamos en la década del ‘90 porque vemos a Vers atravesar el techo de un video club BlockBuster. De ahí en más todas la referencias culturales son un gag en sí mismo (la velocidad de internet, el CD-ROM, los teléfonos públicos, etc). Allí conoce a un joven Nick Fury (Samuel Jackson), agente de S.H.I.E.L.D que luego será el mentor de agrupar a los héroes. Este encuentro también juega a favor del relato por conocer detalles previos a lo que ya hemos visto. En este sentido hasta podría hablarse de una mini precuela, si se permite el término.
Pero luego de estos primeros treinta, treinta y cinco, minutos de las dos horas y pico que dura es, primero una llamativa oscuridad general en la dirección de fotografía porque este argumento así planteado no parece necesitar de ese clima y, segundo, una dudosa extensión del relato en transiciones que aportan muy poco contenido emocional a las tribulaciones de Carol. En esto colabora una trabajo actoral de Brie Larson que no parece poder conectar a su actriz con el registro que pide este tipo de producciones. Por momentos la actriz asume posturas gestuales demasiado solemnes, manteniéndolas incluso cuando hay humor explícitamente colocado en el guión para garantizar empatía. Es muy fina la cuerda en la cual la ganadora del Oscar tiene que hacer equilibrio sin lograrlo, pero esto es más responsabilidad de la codirección entre Anna Boden y Ryan Fleck, dos jóvenes que prácticamente han hecho toda su carrera juntos pero adolecen del mismo problema: la dirección de actores. Es como si tuviesen temor de dirigirlos (o de dirigir figuras rutilantes), de darles indicaciones claras del rumbo adecuado para su trabajo. Además del caso de Brie Larson, sucede también con Jude Law y Anette Benning en este estreno: ambos tienen personajes determinantes en el texto y sin embargo aquí no parecen poder llegar a ese lugar, tal vez porque la construcción en el relato, también escrito por la dupla realizadora, carece de peso dramático.
Lo que sí tiene a favor, además de la cuestión femenina del momento, son: la estética homenaje al cine clase B en el diseño de las razas extraterrestres (que remiten a las viejas producciones de Roger Corman); una buena factura técnica (esperable por cierto), una buena banda de sonido con temas de los ‘90 que plantan en época al espectador y, finalmente, el interés que genera el personaje en sí mismo por la significancia implícita en todo el universo Marvel que pasó por el cine. Es icónica su presencia y esta es la razón principal para creer posible que en su primer fin de semana de exhibición “Capitana Marvel” llegue cómoda a los 400 mil espectadores en nuestro país.
Está claro: la boletería suele saludarse de muy buen grado con los superhéroes. El cine, no tanto.