UN PISO Y UN TECHO MUY CERCANOS ENTRE SÍ
A esta altura, con más de una década encima, el Universo Cinemático de Marvel –a diferencia del Universo Extendido de DC- tiene un cierto piso de excelencia, que garantiza que difícilmente pueda hacer una película fallida. Puede hacer, sí, films complacientes y facilistas (Pantera Negra) o polémicos en sus decisiones (Avengers: Infinity War) pero posee un molde narrativo del cual partir que es flexible y confiable a la vez.
Capitana Marvel es una representación cabal de ese piso, aunque su techo no es demasiado alto. De hecho, su meta no va mucho más allá de presentar a Vers (Brie Larson), una guerrera Kree que, luego de una misión fallida, termina llegando accidentalmente a la Tierra durante la década del 90, donde se unirá con un joven Nick Fury –cuando todavía estaba lejos de ser la cabeza de SHIELD- en una odisea en la que irá descubriendo trazos de su pasado terrestre –cuando era la piloto Carol Danvers-, atando cabos en su memoria hasta ese momento fragmentada, para ir así hallando su verdadero propósito en el medio de una guerra galáctica. O sea, estamos ante un relato de construcción/camino del héroe (o más bien, heroína), en el que lo temporal juega un rol más relevante de lo habitual, no solo desde el pasado traumático de la protagonista, sino también desde lo que se intuye mirando hacia adelante, a ese futuro marcado por la Iniciativa Avengers y lo que después sería la Guerra Infinita.
Si, por ejemplo, Spider-Man: de regreso a casa se apoyaba en los códigos de las historias escolares de John Hughes, Capitana Marvel extiende lazos hacia buena parte de la iconografía de los noventa –Blockbuster, Internet, etcétera-; convenciones instaladas por películas de pilotos como Los elegidos de la gloria y Top Gun; y hasta la estructura narrativa propia de las buddy movies, aunque luego se abra a dinámicas más propias de lo grupal. Ese compendio de referencias es utilizado con astucia y precisión por los realizadores Anna Boden y Ryan Fleck, pero no necesariamente con inteligencia y creatividad: la película nunca va más allá de lo predecible, aun cuando aplica unas cuantas vueltas de tuerca con un par de personajes clave que reelaboran la perspectiva de la protagonista.
El camino seguro y lineal que el film transita desde lo estético y la puesta en escena le permite tener unos cuantos hallazgos: momentos de humor básico pero muy logrado; actuaciones más que correctas (Larson se calza sin problemas el traje de heroína y Samuel L. Jackson vuelve a demostrar que nació para el papel de Fury); un personaje como el de Ben Mendelsohn que va ganando en capas a medida que suma minutos; y una ligereza en el tono general, que incluso la aleja de la necesidad de bajar línea con consignas seudo-feministas, como la superficial Mujer Maravilla. Pero esa misma seguridad y linealidad reduce sus ambiciones al mínimo: Capitana Marvel no va a fondo con ninguna estructura genérica ni aporta lecturas novedosas al espectro de los superhéroes, más allá de colocar por primera vez en el centro de un relato a una mujer. Solo cumple con su función esencial, que es la de presentar a un personaje que seguramente va a ser fundamental en Avengers: Endgame y en la fase siguiente del Universo Cinemático de Marvel. De ahí que estemos ante apenas una pieza más de un gran engranaje y que la memoria recuperada por la heroína solo sea un pequeño elemento más dentro de un mundo mucho más extenso.