Valorar la amistad para sembrar nuevos bosques de esperanza
Esta coproducción entre Argentina, España y Suiza, con una fuerte presencia de la provincia de Misiones, tuvo muchos contratiempos para concretarse pero finalmente tanto su director, Gastón Gularte (ver entrevista), un elenco internacional, su equipo y todos aquellos actores no profesionales que aportaron su granito de arena, pueden decir “tarea cumplida”. La idea de amalgamar una aventura en live action genera por un lado un desafío con la vara del estándar en lo que a animación dirigida a niños se refiere y mucho más cuando se trata de coproducciones que involucren a la Argentina con otros países. En ese sentido Cara sucia… sale indemne no sólo por la factura técnica sino por darle vida desde la animación a un mundo de fantasía con personajes propios y en correspondencia con un mensaje de carácter ecológico que se nutre de una paleta de colores y despliegue de imágenes entre subtextos para todo tipo de edad.
El protagonismo de un colectivo de niños para tomar conciencia de la importancia de la solidaridad cuando la villana de turno en la piel de Laura Novoa busca arrasar con bosques y árboles añejos para mantener el negocio de su empresa, brazo minúsculo de una multinacional que genera enormes tragedias ecológicas, suma a la propuesta extra cinematográfica una carta en un mazo sumamente cargado de ideas y comodines.
A eso debe sumarse otra intención que conlleva implícito el intento de hablar de cosas reales para la vida de cualquier niño sin abandonar la niñez y la inocencia de una mirada distante a la de cualquier adulto que haya perdido la capacidad de la niñez intrínseca así como la creatividad para imaginar utopías como la que en definitiva busca sembrar la película de Gastón Gularte.
Si bien no hay tanta correspondencia entre las actuaciones de actores conocidos como Laura Novoa, la española Ana Fernández o Iván Moschner respecto a algunos de los actores secundarios es destacable la labor de Isabella Caminos Bragatto, su capacidad de jugar un personaje de heroína y cargarse a las espaldas el mensaje más importante de esta aventura live action que no solamente mezcla lo digital con lo real, a veces en escenarios naturales de gran belleza, sino que además regala energía, una banda sonora original y la inconfundible marca artística de Rubén “El negro” Rada para darle vida a Vivaldi, el sabio mono que convive con el mono sabio de carne y hueso en la piel de Jesús Pérez Echanique.
Es hora de que el cine dirigido a los más pequeños busque cambiar y en buena hora que lo haga en épocas donde la necesidad de recuperar valores colectivos desplace cualquier intento individualista o marketinero sin contenido como suele ocurrir con algunas propuestas de animación destinada a la reproducción sistemática de modelos de representación nocivos.