Una amable voz over cuenta lo que comienza debajo del agua. Una nena de 4 años sabe aguantar el aire mucho tiempo. La voz es la de una joven, que introduce a otro personaje de esta historia: la adolescente negra que la cuidó desde niña y con quien tiene especial relación. Ambas crecen, y aquellos idílicos instantes se convierten en una bella amistad. Buen momento para decir que la historia transcurre en un barrio rico de Santo Domingo (tal vez) en República Dominicana, donde esta pelicula se filmó bajo el sistema de coproducción con Argentina. Y que la niña/joven es blanca, rica y carajita, y que la niñera es negra y pobre.
La palabra Carajita que la película de Silvina Schnicer y Ulises Porra (Tigre) lleva como título significa en muchos paises de Centroamérica, niña pequeña. El relato apela a ese punto de vista teñido de inocencia para mostrar un mundo de contrastes sociales y de servilismos con los que Sara nació, crecerá y seguirá viviendo.
Con buena parte del equipo técnico argentino y su directora argentina, Carajita es un film que tiene algo de La mujer sin cabeza cuando activa desde el poder un sistema de protección tácito si algun integrante de ese círculo se ve amenazado. A partir de allí, las relaciones amoroso-personales se reconvierten y reconfiguran. A esa dimensión sociológica, Carajita suma la relación simbólica madre-hija que se ve rota violentamente. Entre ambos universos, concretos, realistas hay tiempo tambien para lo poético: las cabras que tapan el camino o aparecen de pronto en el jardín.
La pelicula está en competencia latinoamericana de Mar del Plata, y resulta finalmente una feroz mirada sobre las diferencias sociales en ambiente caribeño. Se estrena este jueves 25 en Buenos Aires. Asi que aprovechen a verla.