Carancho

Crítica de Marcelo Cafferata - Revoleando Butacas

Rapiñando

No sorprende para nada que "Carancho" sintonice con el cine que Pablo Trapero quiere filmar. Mezcla de denuncia, de testimonial, de realidad social, de pintura típicamente argentina: un rasgo que comenzó a trazar en "Nacido y Criado" y que refuerza con "Leonera" y subraya con este nuevo estreno.

Habrá quienes encuentren en "Carancho" una historia fuerte, con una narración fluida, excelentemente contada. Habrá quienes piensen que tiene algunos lugares comunes, algunas concesiones y tramos previsibiles.
Pero seguramente, nadie pueda permanecer indiferente.

Ricardo Darín es Sosa, un abogado que hace un tiempo perdió su matrícula y ahora forma parte de una red que se ocupa de vincularse con víctimas de accidentes automovilísticos para lograr estafar tanto a las propias víctimas como a las aseguradoras.
Mientras Sosa hace su "trabajo", se cruza con Luján (Martina Gusmán), médica de un hospital del conurbano, en donde la cámara se mete de lleno a mostrarnos la realidad de estos lugares, donde entrada la noche, se convierten en tierra de nadie. Lugar propicio para que aparezcan los "caranchos" a hacer sus negocios, avalados por todo un sistema puesto a su disposición.

Sosa y Luján se buscan, se atraen e inevitablemente se encuentran. Dos seres necesitados de segundas oportunidades, intentando transitar juntos una especie de camino de redención. Coquetean, sin embargo, y permanentemente con el peligro, con lo prohibido, con atravesar los límites.
Y Trapero gana fuerza cuando narra en forma clara, directa y magnética esta historia de amor, mientras cada uno de los personajes visitan sus infiernos personales.

Básicamente está narrada con total honestidad y con una impiadosa dureza, que nos sumerge de lleno e inmediatamente en el universo de esta particular maffia suburbana, con reglas pero abolutamente carente de códigos. Logra momentos en que el agobio que transmiten los personajes se hace intolerable y trasunta la pantalla.

La cámara es un ojo implacable, no omite detalles, nos cuenta absolutamente todo, nos interna en cada uno de los personajes y en sus acciones, en su intimidad, lo que hace que la historia sea interesante por más que cuente con algunos guiños, algunas escenas ya vistas en otras películas.

Pablo Trapero cuenta con la posibilidad de mostrarnos una escena de sexo apasionado con la misma fuerza que un romántico primer encuentro en un típico café de estación de servicio. Con esa misma ductilidad nos arrastra a los aspectos más miserable de los personajes y las facetas más sórdidas de la historia.

Un elogiable trabajo de dirección que está acompañado por dos protagonistas magníficos como Ricardo Darín y Martin Gusmán componiendo dos criaturas sumamente complejas. Logran, sin embargo, sintetizar en una mirada, en un gesto, en una linea de diálogo corta, todo un universo de sensaciones.
Para mirar al filo de la butaca.