Carancho

Crítica de Romina Gretter - A Sala Llena

Hace unas semanas me disponía a ver Caso 39, pero una equivocación me llevó a otra sala donde proyectaban Carancho. A medida que transcurría la película iba dándome cuenta que con ese error de sala, había salido claramente favorecida.

Esta última producción de Trapero consiste en un trepidante policial negro que capta nuestra atención (narrativa y visualmente) desde su mismo comienzo.

Protagonizada por Ricardo Darín y Martina Guzmán, Carancho cuenta la historia de un abogado “carroñero/ carancho” llamado Sosa, que se dedica a brindarles interesada ayuda a las víctimas de accidentes automovilísticos. Los asesora legalmente y tras hacerle firmar varios documentos, él y la agencia para la cual trabaja terminan quedándose con la mayor parte del dinero que cobran de las aseguradoras. Pero como en toda historia, las cosas se complican y mucho a partir de la relación amorosa que surge entre Sosa y Luján, una joven médica de emergencias.

Lo marginal, y la subjetividad sobre la marginalidad, siguen estando presentes como en los anteriores trabajos de Trapero. Sin embargo, se trata de una súper producción, por lo que ahora sí necesita resaltar elementos estilísticos que indiscutiblemente se justifican por la elección del género.

De todos modos los seguidores del director pueden quedarse tranquilos porque sigue manteniendo su personal forma de narrar: primerísimos planos, encuadres poco tradicionales, cámaras agitadas… y todo en función de lograr un relato sólido que aparente contarse por sí solo.

Al tratarse de un policial negro se necesita de un gran trabajo corporal por parte de los actores. Esto se observa claramente en las escenas de acción y más que nada en las peleas (fuertes golpizas que no solo recibe Sosa sino también Luján) y además en las escenas de sexo (tanto las concretadas como en las truncas). La dupla protagónica salió airosa en ambas, demostrando una química y complementación quizá inesperadas. Su historia de amor se aleja de cualquier lugar común, ya que la misma se inicia y se desarrolla en una geografía y un contexto oscuros.

Filmada íntegramente en escenarios reales, como calles y rutas del conurbano bonaerense, hospitales públicos y cementerios, esta historia es de ficción pero apoyada fuertemente en la realidad.

Si en los años `60 Glauber Rocha hablando sobre el Cine Novo brasileño decía: “nuestra originalidad es nuestro hambre”, la originalidad de esta producción son nuestras muertes: en una década mueren 100.000 personas por accidentes de tránsito. De esta estadística parte Trapero para configurar su film, y declara muy acertadamente que se trata de una mafia que no se quiere ver y que lleva a un genocidio silencioso.

Carancho es la primera película del director argentino que se estrena primero en las salas de nuestro país antes que en algún festival. Aunque viajará próximamente a Cannes, compitiendo en la sección “Una Cierta Mirada”.

Espero que en ambos lugares (taquilla y festival) consiga su merecido reconocimiento. No tengo dudas que se trata de una de las mejores películas estrenadas hasta el momento en lo que va del año.