Policial fuerte, bien actuado
Esta comedia negra con momentos de policial fuerte tiene la incorrección política a flor de piel, a veces demasiado, como una película que adelanta sus ambiciones de convertirse en objeto de culto. Por otro lado, tanto en su humor negro como en su descripción de un submundo criminal, tiene situaciones realmente logradas y, sobre todo, buenos diálogos y actuaciones.
La historia es la del cabaret Hiroshima, nuevo proyecto de un cafisho de mala muerte y un vendedor de drogas callejero que viene ahorrando para cumplir el sueño de su madre prostituta, que luego de años en prisión está por salir en libertad.
Para cumplir el sueño materno hay que vender al mejor postor las chicas callejeras no aptas para un club un poco más fino, y luego aguantarse la ira de un hampón todopoderoso llamado «el Chino» que quiere una buena parte de todo negocio nuevo, y si no se la dan, puede enojarse mucho, lo que aparentemente siempre implica torturas y mutilaciones de todo tipo.
La mezcla de humor negro y acción propio de un policial, a veces funciona muy bien y otras queda descolocada, igual que el argumento que incluye algunas subtramas que estiran el asunto innecesariamente.
Las descripciones sórdidas y los diálogos irónicos naturales son un fuerte de este film que tiene además dos grandes cualidades: Angela Molina como la desquiciada madre prostituta y un inédito Dario Grandinetti como el malísimo Chino, quien en una escena culminante le da patadas en la cara a un tipo que tiene las dos manos clavadas con cuchillos a una mesa.
También hay que destacar que la película tiene una cuidada estética de cine negro moderno, y que los efectos especiales gore son realmente convincentes.