Masacre en el Puticlub
Ricky (Mario Casas) espera que su madre, prostituta, salga de la cárcel. Y la espera con una gran sorpresa: estuvo ahorrando todos esos años para poder abrir un club, un prostíbulo, y así sacarla de la calle, el lugar que lo vio nacer y crecer. Se suman al proyecto dos peculiares socios: el proxeneta callejero Angelito (Vicente Romero), y su custodio incondicional, el no muy avispado Niño (Luciano Cáceres). El problema es que ninguno de los tres sabe realmente en qué se está metiendo, y poco a poco diferentes obstáculos irán complicando lo que parecía un sueño hecho realidad.
El guionista y director Paco Cabezas utiliza un lenguaje de gran violencia y humor para narrar esta historia dura, meterse con temas como la trata de personas, la esclavitud sexual e incluso el comercio de niños, las mafias y la corrupción policial, y logra salir airoso. Si bien el guión tiene un par de vueltas que, considerando la temática podrían considerarse ingenuas, no dejan por eso de ser coherentes, graciosas, y un poco liberadoras ya que la idea no es hacer un film de denuncia.
Habitantes de una ciudad costera española que nunca se nombra, estos personajes, algunos bastante almodovarianos, como el travesti Infantita (Dámaso Conde), logran ganarse al espectador porque, si bien son marginales, Cabezas nunca los juzga, destaca su lado más humano, y los muestra como lo que son: víctimas de sus circunstancias. Así resultan torpes, quieren ser “malos”, pero no pueden evitar compadecerse, y eso es lo que les juega en contra en un mundo manejado por personas mucho más frías y calculadoras.
Enmarcado en una estética de videoclip, con mucha acción, y violencia explícita (infaliblemente recuerda al Tarantino de "Perros de la Calle" o "Pulp Fiction") pero a la vez mucho humor, "Carne de Neón" es un film interesante y bien logrado.