una historia de amor intensa, delicada y hermosa
Es una obra maestra. Encantadora, elegante, sutil y envolvente. Cuenta una historia de amor con los recursos más nobles del melodrama de los años cincuenta. Tiene dos actrices formidables, una trama bien armada, una mirada diáfana y una puesta en escena intensa y delicada que alcanza a enaltecer con alta dosis de romanticismo este gesto de desafiante rebeldía en los puritanos años 50. La novela (¿autobiográfica?) es de Patricia Highsmith, la talentosa creadora de Tom Ripley, ese personaje que también vive de ocultamientos. Ella firmó “Carol” con seudónimo, acaso para poder mantener en secreto desde el vamos la crónica de un amor tan problemático para aquellos tiempos.
Carol y Therese son dos mujeres de distinto mundo. Carol vive un matrimonio infeliz con un millonario. Es lesbiana y lo admite. Therese es más joven, trabaja en una tienda en Manhattan y tiene un novio que la aburre. El destino se encargará de darle espesura emotiva y fatalismo, como buen melodrama, a los vaivenes de un amor que es mucho más que un desafío, una pasión que es más presente que futuro y que no puede dejar de avanzar aunque sepa que camina sobre terreno minado. Todd Haynes, que ya nos había deslumbrado con “Lejos del paraíso”, aquí vuelve a otra crisis matrimonial y vuelve a los años 50. Su mirada, profunda y poética, va más allá de la reconstrucción de época. Todo es verdad. La atmósfera, los miedos, las palabras, el sexo. Todo es bello y también es apasionado y fogoso. La escena inicial, con esa fotografía neblinosa, nos pone en su lugar y en su clima. El film se abre y se cierra con ese encuentro, como si Haynes hubiera querido enfatizar allí el trazo circular de un amor que no tiene otra salida que volver perpetuamente sobre sí mismo.
Haynes retrata con mano maestra y enorme sutileza los avatares de una relación que va creciendo desde pequeños detalles (una mano, una melodía en el piano, una mirada) y que debe enfrentar prejuicios, dudas, un divorcio muy traumático y un afuera que ahoga y pide explicaciones a cada paso. Delicadeza, intensidad y buen gusto son atributos de este film bello y sensible y que no ha descuidado nada. Pocas veces el clima de época fue tan real. Pocas veces la banda sonora fue puesta con tanta maestría. Pocas veces dos actrices, sin necesidad de recurrir al histrionismo y sin exagerar nada, construyen desde adentro una pareja rebelde y valiente. La Blanchett es a esta altura una de las mejores actrices del mundo. Su sola presencia le da fuerza y señorío a cada uno de sus personajes. Ella contrasta con la dulzura y las dudas de una Rooney Mara que, con esa media sonrisa que acompaña a sus ojos, marca la fuerza, la sorpresa y el temor de una pasión que no quiere callarse. Film hermoso, sentido, profundo, una inolvidable historia de amor.