Menudo escándalo había provocado Patricia Highsmith. Su novela The price of salt, sobre un amor prohibido entre dos mujeres neoyorquinas, fue censurada 1952 por su temática transgresora (de hecho, la escritora lo firmó con un seudónimo) y se transformó en una especie de libro maldito para la comunidad gay estadounidense. Tuvo que correr mucha agua (y cambio de mentalidad) bajo el puente para que la obra se publique finalmente en 1989, ya con el nombre al pie de Highsmith. Y más de veinticinco años después, Todd Haynes adaptó este drama para su nueva película.
Las dos damas son Carol Aird (Cate Blanchett), una elegante mujer de la aristocracia neoyorquina, y Therese Belivet (Rooney Mara), una joven que trabaja en una tienda de regalos. Carol está casada y tiene una hija pero su matrimonio parece haberse marchitado hace tiempo, mientras que Therese tiene un pretendiente que no le otorga demasiada seguridad. Ambas coinciden un día en el local y el flechazo será inevitable. Mujer de clase, toda una vanguardista (recordemos que la acción sucede en la década del 50, cuando la liberación femenina era una quimera), Carol ya había "probado" con alguien del mismo sexo (una amiga que luego será su consejera) e irá de a poco seduciendo a Therese, para quien esta posibilidad se le presentará como un nuevo universo por descubrir. Serán ellas dos contra todos.
Con pulso de orfebre, Haynes reconstruye las peripecias de las dos protagonistas (enormes Blanchett y Mara), a las que rodea de una cuidadísima puesta en escena, unos personajes secundarios a la altura y un contexto bien a tono con la época, con sus tabúes y miserias (la escena de la mediación del divorcio de Carol es uno de los tantos grandes momentos). Valiente, conmovedora, sofisticada, verosimil, adjetivos que no le quedan grandes en absoluto a Carol.