Nos gustaría que un film de Todd Haynes fuera mejor. Especialmente si uno recuerda que es el autor de Velvet Goldmine, de Lejos del Paraíso y de la miniserie Mildred Pierce. En las dos últimas, toma el melodrama clásico de los años cincuenta, lleno de color y lágrimas, y analiza el muro de prejuicios de su sociedad y -más sustancial- cómo la forma fílmica se relacionaba con ese contexto. Vuelve a intentarlo en Carol, que narra -basado en una novela de Patricia Highsmith- la relación primero erótica y luego amorosa entre dos mujeres. Pues bien si las imágenes están dispuestas de que cada elemento en el plano tenga un sentido (y son “lindas”), no deja de ser un film superficial. Haynes ha sabido ser sutil (incluso en la furia desatada de Velvet..., donde reescribía El Ciudadano en clave pop), pero aquí ha decidido ir por los caminos más convencionales. Se ve que Carol -el personaje de Cate Blanchett- “actúa” para seducir, y que Therese -el de Rooney Mara- “actúa” una falsa inocencia. Pero más allá de eso todo se abisma en la solución fácil. El verdadero tema (la realidad “real” detrás de la “aparente”) se diluye en el melo sobreactuado. Aún así, una película más fallida que mala.