Sangre, sudor y celulares
Muchos alguna vez se preguntaron ¿Por qué filmar dos veces la misma historia?. La respuesta puede ser muy amplia y abarca varios aspectos. Lo cierto es que algunas remakes se entierran en la antipatía de los espectadores para siempre. Otras, en cambio, se renuevan o renacen airosas como esta nueva versión del clásico de Brian De Palma.
Carrie White (Chloe Grace Moretz) es una adolescente “especial” que se descubre portadora de poderes telequinéticos que se activan cuando se enfada. A su vez, esta chica introvertida y solitaria le debe mucho de su personalidad a su esquizofrénica madre (ahora Julianne Moore) que además es una fanática religiosa. La vida de Carrie es un infierno tanto en su casa como en el colegio entre soportar a su mamá y los tormentos de sus compañeros de escuela.
No sabemos qué es de la vida de Sissy Spacek hoy en día, pero sí sabemos que su papel en la película de 1976 la consagró junto a Piper Laurie (quien encarnó a su madre) a una nominación al Oscar como mejor actriz de reparto. Por su parte, Moretz no tiene nada que envidiarle a Spacek: su Carrie es el doble de terrorífica, al parecer el doble de poderosa y, por supuesto, más moderna debido a que la nueva versión no está ambientada en el año de estreno de su antecesora, como quizá muchos inferían.
Para construir su visión de la vieja Carrie (1976), la directora Kimberly Peirce dobla la apuesta de la historia y decide adicionar escenas, construir un relato mucho más crudo en sus imágenes, focalizarse en los efectos visuales e incluso extender los tramos más famosos de la película de antaño como si hubieran sido eliminados de la trama original.
Si alguien pensaba que era difícil que una actriz como Julianne Moore transmitiera miedo, al ver su maquillado deterioro físico y su desempeño en el papel de la madre trastornada de Carrie, cambiará de opinión. De hecho es dueña y señora de una excelente escena que recuerda al Jack Nicholson de El resplandor (The Shining, 1980).
Algo sumamente destacable además es que la gloriosa toma en la que le cae un balde con sangre animal a Carrie en su baile de graduación se extiende varios minutos más y no tiene desperdicio para el que disfrute de ver imágenes a lo Destino final (Final Destination, 2000).
Conviene pensar en ambos films por separado. El film de Peirce dista mucho del de Brian De Palma y probablemente sea un híbrido de varios géneros. La Carrie de 1976 se adentraba más en el suspense y la ciencia ficción originarios del libro homónimo de Stephen King. La actual arriesga más en cuanto al sexo, el cuerpo, la sangre y la maldad, y se regodea en un final algo descolocado. A pesar de ello, los amantes del terror y la tensión estarán más que conformes.