Estaba sentado pensando como abordar el comentario sobre “Cars 2” y la decepción que sentí al terminar de ver su proyección. Recorrer la filmografía de Pixar desde “Toy Story” a esta parte deja a “Cars 2” como una manchita en el legajo. Sucede que John Lassiter y el resto de los directores han abordado temas como las relaciones familiares, los miedos, las etapas de la vida, los conflictos generacionales y otros tantos, con mucha profundidad y reflexión. Además han tenido siempre una gran capacidad para codificarlos brillantemente dentro de los guiones en forma de mensajes claros y de fácil llegada para los chicos. En “Cars 2” no hay nada de esto, excepto el básico concepto sobre la amistad y un mensaje ecológico que luego queda al borde de la contradicción.
La producción comienza exactamente igual a cualquiera de James Bond, con el auto Finn McMissile (Michael Caine) cumpliendo una difícil misión en una plataforma petrolera en medio del mar. La idea es conocer cual es el plan del Profesor Z (Thomas Kretschmann) para sabotear programas energéticos alternativos.
Por otro lado, Sir Miles Axlerod (Eddie Izzard) organiza una carrera para patrocinar la utilización de combustible orgánico en reemplazo de la nafta, y por arrastre del petróleo. En la competencia participarán autos de varias categorías de todo el mundo, y para compensar se eligen escenarios en los que la performance de cada uno es mayor o menor, compensando el hecho de que un Fórmula 1 corra contra un Nascar. Así, la película nos lleva a escenarios en Italia, Inglaterra y Japón, cada uno con su concepto estético y característico muy bien logrado por cierto.
Por supuesto el “Rayo” McQueen (Owen Wilson) es un lógico invitado a participar. Sale de Radiador Springs para Tokio junto con Mate (Larry the Cable Guy) y un equipo integrado por Guido, Luigi, Van y Sargento quienes ayudarán al Rayo en la competencia.
Contrariamente a lo que sucede en la primera, “Cars 2” tiene como protagonista principal a Mate quien es confundido por McMissile como su espía contacto, y se verá involucrado insospechadamente en la acción e intriga de la trama. Todo esto en el marco de una carrera internacional que paradójicamente importa poco.
Si tomaran todo este guión para la próxima de Bond sinceramente no habría nada que reprochar; pero aplicado a una película para chicos, tiene puntos que resultan contraproducentes.
El primero es la temática de espías. A lo mejor los de nueve o diez años en adelante no tengan problemas, para los más chicos tiene momentos complicados que, además, se pierden en el fárrago de la trama y el vértigo del montaje.
El segundo factor en contra es la duración. Una producción de 110 minutos (más el corto que se proyecta antes) es larga para el público infantil, sea cual fuere. En la proyección para prensa había varios que promediando la segunda mitad de la película ya estaban inquietos.
Por último, la noble intención de concientizar sobre el ahorro de energía y la “abolición” del petróleo se ve desdibujada porque el mismo personaje que propone la idea luego se vuelve en contra de la misma. Se llega a explicar por qué pero mal y demasiado rápido como para ser captado.
“Cars 2” cuenta con la simpatía de los personajes, algunos momentos de buen humor gracias a Mate y un lindo homenaje al fallecido Paul Newman y al personaje de Doc Hudson que estaba en la primera. No hay mucho más. Al final, resulta mejor el corto “Vacaciones en Hawai” con los personajes de Toy Story que acompaña al largometraje .Poco para Pixar y para el cine.
¿Puedo ir con los chicos? Sería la pregunta. Pueden ir, pero en cuanto a contenido, dejen un porcentaje de las expectativas en casa.
La versión en español
A este respecto debo decir que el doblaje de “Cars 2” es acertado en la elección de la mayoría de las voces. Trabajos como el de César Bono, Blas García o Juan Alfonso Carralero son siempre disfrutables y efectivos. Incluso la participación de Gonzalo Bonadeo, como uno de los autos periodistas, resulta divertida. El piloto colombiano Juan Pablo Montoya también sale airoso aunque su participación es más escueta.
No hay diferencias sustanciales contra la versión en inglés –subtitulada- porque las licencias idiomáticas que se pueden tomar son aquellos juegos de palabras que, traducidos al español, no tendrían sentido. De todos modos resulta extraña la traducción de la palabra “lemon” que en inglés, además del cítrico, se utiliza para denominar a autos que tienen defectos de fábrica. En la versión doblada los llaman “láminas”, omo si hubieran buscado una palabra que se parezca sonoramente al vocablo inglés en lugar de llamarlos “defectuosos” a secas que hubiera sido más fácil.
Es todo, hasta luego.