Hace 5 años cuando se estrenó Cars, Pixar jugó una apuesta alta. Venía de ganar el Oscar dos años seguidos a Mejor Película de Animación con Buscando a Nemo y Los Increíbles; y en ese momento estrenaba una película sobre un mundo “automovilizado”, si se me permite la palabra.
Si la ponemos al lado de clásicos instantáneos como la trilogía de Toy Story, Wall-E o Up es entendible que Cars quede un par de escalones abajo. Pero reviéndola, uno entiende que Lasseter quiso contar una historia de una manera de vivir solapada por el mundo moderno disfrazada de una remake de Doc Hollywood pero con autos parlantes. Una vez más, una película de Pixar tiene múltiples niveles, tanto para su público infantil –el núcleo duro- como para los padres.
En cuanto a la trama, Cars 2 sigue la historia como la dejaron. Rayo McQueen (Owen Wilson) es uno de los mejores corredores y gana cuanta carrera que participe. En tanto, su rústico amigo Mate (Larry the Cable Guy) es el jefe de su equipo en pits. Cuando McQueen es invitado a participar de un torneo que tendrá lugar en pistas alrededor del mundo e involucrará a los autos más veloces del globo, va a llevar a toda la crew con él. Paralelamente, dos espías británicos están en una misión que involucra una enorme conspiración.
Por esas cosas del guión, Mate es confundido por un agente norteamericano y pasa a formar parte de la misión de los agentes británicos (Michael Caine como el Aston Martin DB5 Finn McMissile y Emily Mortimer como el Jaguar XJR - 15Holley Shiftwell) como el encubierto. Es inevitable que la trama de los espías se mezcle con la de las carreras.
Es justamente la grúa oxidada la que gana protagonismo en la secuela. Lasseter le da pista a un personaje secundario que intentaba ser pintoresco, “buenazo” diría un amigo, pero que tiene pocas capas debajo y un humor sinceramente malo. Justamente que se le ponga la película en los hombros, o en el techo, de un personaje que tiene poca a nula gracia es el gran error.
Lo poco que mostraba Cars de un mundo poblado de automóviles con el olvidado Radiador Springs, su secuela lo globaliza. Ahí radica gran parte de la gracia, obviamente para los adultos, de Cars 2. Las ciudades enteras diseñadas para que vivan autos, los mobiliarios modificados o las reuniones de espías tuneadas para la comodidad de sus habitantes son otra proeza de Pixar.
Un poco de road movie, un poco de películas de espionaje (el agente británico es el modelo de Aston Martin que manejaba James Bond, más claro imposible), un poco buddy movie y con los apuntes ecológicos que tenía Wall-E, Cars 2 quema mucha goma y se queda sin nafta. Listo, me quedé sin analogías de autos.
No es menester aclarar, pero nunca falta el desinformado, que el personaje de Hudson Hornet no está como un homenaje al fallecimiento del enorme Paul Newman.
Aunque sea una película a la que Pixar no nos tiene (¿mal?) acostumbrados –hay autos que son torturados y otros que mueren, algo inaudito para un film destinado en principio a niños- sin duda, su público primario va a disfrutarla.
Obviamente, no podemos dejar de lado el mensaje tipo Disney de vos-sos-especial-por-como-sos. Especialmente toda la escena en Tokio con lo colorida que es la capital Japonesa es una maravilla con el 3D, aunque los 115´ pueden ser demasiado.
Como es costumbre, esta acompañada de un corto. En este caso no vamos a tener que esperar 10 años para volver a ver a los juguetes de Toy Story, porque
Toy Story Hawaiian Vacation los tiene como protagonistas de unas vacaciones frustradas. Otra costumbre de Pixar es poner un “huevo de pascua” sobre su siguiente película. En la pequeña escena del bar durante la carrera en Londres está el guiño para la siguiente parada: Brave.