No sabes nada, pero de autos…rezaba una vieja publicidad…
La última producción de Pixar Animation Studios (padre ya de genialidades como Buscando a Nemo (Finding Nemo, EE.UU. 2003) y Wall-E (Wall-E, EE.UU. 2008) entre otros), Cars, como segunda entrega de la historia de un mundo plenamente automovilístico con todo lo que esto conlleva, nos narra nuevamente las andanzas de El Rayo McQueen y compañía, pero, en esta ocasión, centrándose la mayoría del relato en el oxidado mejor amigo del colorado deportivo: Mate, la grúa.
La historia se compone de dos líneas narrativas bien diferenciadas pero conectadas por las relaciones entre personajes que hacen a la totalidad. Por un lado, la relación amistosa entre McQueen y Mate que, a pesar de sus diferencias y la vergüenza que la grúa le hace pasar al primero, deberán a aprender que lo que los une va más allá de todo lo superficial. Sumado a éste hecho primario, se relata también, el conjunto de carreras con el consiguiente viaje por el mundo en busca de la Copa Grand Prix del Mundo, luego de aceptar la competencia contra el italiano Francesco Bernoulli, un Ferrari de Formula Uno, invicto en otras carreras.
La segunda línea argumental cuenta la intromisión de Mate en una misión espía a cargo de Finn McMissile y Holley Shiftwell, dos agentes que investigan un plan para desbaratar a las empresas de combustible y monopolizar el negocio, no sin antes pasar por el amor, el compromiso, la madurez y la lección de turno.
En una aventura en donde la figura del agente 007 se hace presente tácitamente, de gran ingenio dramático sumado al humor característico de Pixar, Cars 2, esta vez con presentación 3D, nos acerca nuevamente la mejor animación y nuestro mundo, transpuesto a uno en donde las cuatro ruedas prevalecen por sobre el resto, pero a pesar de todo resulta de lo más normal y cotidiano.
Autos que personifican la actitud humana, la personalidad en su más amplio sentido, nos trasladan a un universo donde prima el aprendizaje y la relación por sobre todo. En la primera entrega, con mucho mayor contenido, tanto de originalidad temática como de mensajes hacia el niño/adulto, primaba aquello que acontece a una cotidianeidad cercana, como ser la humildad, los valores que unen lazos y el recorrido, en su sentido literal, por aquello que fue dejado de lado, por lugares olvidados que todavía reclaman interés y llaman a ser consultados ya que no perdieron todo eso que tenían que decir. En la segunda parte, la que nos convoca en estas líneas, la temática se desvirtúa de la original premisa, remitiéndonos a un universo en donde la cuestión de salvar el mundo de aquel que lo corrompe se lleva toda la construcción, perdiendo lo planteado por la empresa animada desde sus orígenes en la narración animada.
El 3D llega nuevamente a la animación de la mano directiva de John Lasseter y Brad Lewis, encargado el primero de narrar la parte uno en su 2005 natal. Esta vez, la realista propuesta artística se ve opacada por una tecnología que no suma a la progresión de los hechos, sino que se presenta como un detalle de color que intenta imponerse sin eficacia, dando cuenta de que las innovaciones son solo herramientas que permiten acercar una visión, pero si carece de estas en relación con la obra, terminan remitiendo a un puro capricho visual.
Si bien las producciones con sello Disney-Pixar están dirigidas a una diversidad de público que abarca desde niños a adultos, el foco se centra siempre en los más pequeños, errando en esta segunda parte con la historia que se sucede que, sin desvalorizar el entendimiento infantil, se recrea un relato que se torna demasiado complejo para el espectador principal. Es allí donde se hace presente la principal falla de Cars 2, pero, como detalle positivo y en palabras del primer Tim Burton, las imágenes y los cuadros se hacen tan fuertes que solo estos componen la historia, es decir, se deja el guión primigenio de lado y se comprende solo por bellos cuadros de genial composición, la historia que permanece en la mente y el recuerdo.
Un detalle, EL detalle, perfectamente pensado que remite a la obra anterior nos demuestra el verdadero talento y humanidad de la empresa de animación, que no solo representa un homenaje al Doc Hudson (el cambio de nombre del trofeo ganador: de Copa Piston a Copa Piston Hudson Hornet), entrenador de Rayo McQueen en Cars 1, sino también al genial Paul Newman que encarnó la voz del personaje y que falleció en 2008. La cualidad y calidad humana traspasada al séptimo arte por el equipo directivo de Pixar se hace presente con este pequeño matiz que adquiere enorme fuerza emocional, pero pasa desapercibido.
Más que genial, y probablemente lo que representa lo mejor de la pieza audiovisual, es el tratamiento del sonido y la composición musical a cargo del genio Michael Giacchino, responsable de obras maestras como Lost (Lost, EE.UU. 2004 – 2010) y Up, una Aventura de Altura (Up, EE.UU, 2009). La musicalización propone el perfecto ritmo que se condice con lo visionado en el cuadro y compone un conjunto de sentimientos que son arrojados mientras se sucede la obra y realmente hace parte de ésta, no resultando un elemento más, o uno simplemente aislado.
Mundos, puestos y contrapuestos, pero con una continuidad y un paralelismo que casi es imperceptible gracias a la excelencia de la “puesta en escena” y a la sucesión de fotogramas que ya constituyen una obra pictórica en sí mismos. De esto hablamos cuando hablamos de Cars 2, más allá de las apreciaciones anteriores, de esto hablamos cuando hablamos de Pixar.