A “Cars 3” le falta más combustible
Los primeros 15 minutos de la tercera entrega de la serie de "Cars" son como un film en sí mismo, separado por una división que la aleja tanto de lo más convencional en cine de animación digital como de la animación de las carreras de autos típicas de la pantalla grande, ya sea en la década del '60 como del '70. En ese comienzo fuerte, el famoso corredor de autos de los dos films anteriores es aclamado por todos, hasta que un novato en las pistas demuestra, en los hechos y aun ante las cámaras de los medios de comunicación, quién es el nuevo ídolo del automovilismo. Las imágenes del momento en el que el antiguo campeón descubre, de la peor manera, que hay otro rey del autódromo, no sólo son formidables sino que también atrapan por su exacta tensión narrativa.
Tensión que, poco a poco, va desapareciendo casi totalmente de un film con demasiados momentos dialogados que no están a la altura de las circunstancias, ni mucho menos del nivel de diversión de las dos peliculas anteriores, especialmente de la segunda parte de esta franquicia de los estudios Pixar que ahora no cuenta con la mano experta de John Lasseter, ni del talento vocal de leyendas vivientes como como Michael Caine (en la versión sin doblar). Claro, cada tanto el letargo general explota a toda acción, sobre todo en las secuencias relacionadas con las carreras, pero la falta de inspiración del argumento es evidente.