Siempre genera expectativa un estreno de los estudios Pixar porque con semejantes antecedentes (a esta altura cada uno tiene su favorita) el deseo de ir al cine se potencia. Es cierto que en este último lustro y pico se han inclinado por asegurar la venta de tickets con las secuelas, y si bien hay resultados dispares a la hora de pensar innecesarias segundas partes siempre tienen algo para contar.
Algo de esto pasó con la franquicia de los autitos. En “Cars” (John Lasseter y Joe Ranft, 2006) la pulsión dramática pasaba por la recuperación de los espacios tradicionales que el progreso fue abandonando y aumentar el sentido de la pertenencia a un lugar, en este caso el casi abandonado pueblito de Radiador Springs, al costado de la ya desvencijada Ruta 66. Además estaba esto del ego, de ser el mejor sin importar nada, y de cómo es necesario “bajar un cambio” para reconocer los verdaderos valores. Pero sin lugar a dudas, la gran virtud de este trabajo fue la de lograr sacar al espectador del frío hecho de estar viendo “autos que hablan”, y otorgarles la personalidad humana que a veces los propios conductores le endilgan a sus coches.
La segunda parte fue un éxito de taquilla pero un fracaso creativo, llevando al protagonista y a su mejor amigo a una aventura “JamesBondiana” por todo el planeta. Si hubo secuelas innecesarias este fue un claro ejemplo. No dejaban mucho para una eventual tercera parte.
Por suerte los guionistas de “Cars 3” (Kiel Murray, Bob Peterson y Mike Rich) se sentaron a escribir en serio y lograron algo realmente inusual: una tercera parte más amplia, abarcativa, y muy superior a las dos anteriores.
Desde el comienzo, vemos al Rayo Mc Queen (Owen Wilson doblado por Kuno Becker) en su mejor momento, disfrutando junto a sus competidores de hacer lo que ama: correr carreras. Sin embargo en una de ellas, en la mitad del campeonato, aparecen varios vehículos de una nueva generación de modelos que amparados por la tecnología de avanzada, superan a los tradicionales como si fuesen postes. Entre ellos Jackson Storm (Armie Hammer doblado por Alejandro Orozco), el mejor y más egocéntrico del grupo.
Pero no se trata de esto solamente, es decir, la temática de la tecnología avasallando lo artesanal es el colchón sobre el que se apoyan los dos ejes dramáticos de verdadera profundidad en “Cars 3”. El primero, es la inminencia del retiro. Ese fantasma que sobrevuela en todas y cada una de las profesiones del mundo, y que amenaza con quitar de cuajo el apoyo emocional de cualquier mortal enfrentado a decidir cómo reinventarse en la vida. “¿Sabes lo que me contestó mi mentor cuando le pregunté sobre cuándo es mejor retirarse?: Los jóvenes te lo dirán”, le cuenta un colega al Rayo luego de una carrera. Fiel a su ego, McQueen va a intentar ganar, pero sufre un accidente que lo deja en el taller durante bastante tiempo. Lejos de haber terminado su trayectoria un nuevo sponsor aparece para preparar “el gran regreso”, y a esos efectos le pone a Cruz Ramírez (Cristela Alonzo doblada por Verónica Jaspeado), una entrenadora moderna que tratará de recuperar al héroe vencido.
El segundo eje se desprende de esta situación: es el respeto por la experiencia, la sabiduría, y por aquellos que nos precedieron. La búsqueda de consejo como forma de alimentar la humildad para tomar mejores y más sabias decisiones. Claro, además de sobrevolar el miedo al retiro el Rayo McQueen es visitado constantemente por el recuerdo de Doc Hudson (voz de archivo de Paul Newman doblado por Héctor Lama Yazbek), su mentor. Y deberá escalar una generación anterior más para encontrar respuestas, porque si algo importa en esta película es el mensaje para que los más chicos se den el lugar para acudir a los más viejos. La transmisión de la experiencia de vida es más poderosa que cualquier modernización.
Más allá de conocer nuevos personajes, el director Brian Fee confía en centrar la mayor parte en la dupla entrenadora-entrenado porque además de tratarse de ellos mayoritariamente, el hecho de construir el vínculo entre ambos genera una tercera veta dramática que consiste en que todos merecemos una chance. “No tengas miedo de intentar algo nuevo, tené miedo a no tener la oportunidad”,escuchará el espectador.
Los habitantes de Radiadior Springs, los autos nuevos, los de un pueblo perdido por ahí, y los viejos corredores de décadas atrás también aportan lo suyo. No necesariamente a una sub-trama, sino más bien a un acto de presencia que ayuda a solidificar el contexto emocional sobre el cual cada personaje se apoya. “Cars 3” está bien pausada en los momentos de transición, vertiginosa cuando lo requiere la acción y con momentos hilarantes en su punto justo. De lo mejor de animación del año. Vaya velozmente al cine.