Paren de sufrir!!!
Si de melodramas hablamos, nada mejor que Cartas para Jenny (2007) para representar a un género que en Argentina el tiempo ha olvidado. La quinta película de Diego Muziak (Fotos del alma, 1995) transita por un camino resbaladizo -en donde se patina más de lo que se camina-, no logrando llegar airoso, desde ningún punto de vista, hacia el final de la recta trazada.
Jenny (Gimena Accardi) es una chica judía a la que le pasa todas las desgracias que a uno en la vida le pueden pasar. De niña muere su madre, de adolescente queda embarazada, con todo listo para casarse –vestido, fiesta e invitaciones enviadas- su novio la abandona víctima de un ataque de pánico pre matrimonial. Jenny sola y desamparada decide emprender un viaje a Israel guiada por unas cartas que su madre le escribió antes de morir. Es así como en éste viaje iniciático Jenny volverá a encontrar una luz para su joven, tortuosa y corta vida.
Filmada en escenarios naturales de Argentina e Israel, el film hace foco en las desgracias que a uno le tocan en suerte en la vida y como se puede encontrar el camino hacia la paz interior transitando por las rutas del alma, aunque siempre en compañía de la espiritualidad religiosa. Es así como el personaje de Jenny es guiado por un rabino en su estadía israelí, que la llevará por el camino interno que ella necesita para encontrarse con su propio yo.
En el otro extremo de la historia está su amigo de la infancia Eitan (Fabio Di Tomaso) quien emigró de Argentina para alistarse en el ejército israelí. A través de los ojos de Eitan, Jenny verá lo peor de la condición humana. Es desde este elemento que el film marca un contrapunto sobre lo bueno y lo malo. Jenny sufre pero hay cosas mucho peores en la vida como la guerra, la muerte y el fundamentalismo religioso que colocan el dolor de Jenny en algo menor, ayudándola a escaparse de ese sufrimiento para adentrarse en algo mucho más espiritual y redentorio.
La utilización de una banda sonora capaz de acentuar el drama e intensificando el golpe bajo, es lo que derrama por la borda la idea central de la historia. Especulando constantemente con la irritación y manipulando al espectador para que se vuelque hacia ese costado. Cartas para Jenny falla en la forma en que lleva adelante el conflicto. Un tono meloso, sensiblero y redundante no hace más que jugarle en contra a una propuesta interesante.
Otro de los elementos desafortunados en el film es el tono de las actuaciones. Éstas tienden demasiado a lo estereotipado, por momentos suena más a televisión que a cine. Diálogos sobrecargados, personajes verborrágicos ante lo innecesario de sus palabras, y cierta tendencia a la sobreactuación terminan por desbarrancar el resultado del producto final.
Cartas para Jenny pretende demasiado, más de lo que está en condiciones de brindar. Es lamentable como una idea se desperdicia ante la falta de ingenio para poder plasmarla en pantalla. Un film menor provocado por una sucesión de errores desafortunados que convirtieron, lo que podría haber sido una buena película, en una mediocre telenovela vespertina.