Cartero

Crítica de Lucas Manuel Rodriguez - Revista Meta

Ciudad de Buenos Aires, año 1997. Hernán (Tomás Raimondi) es un estudiante de Imagen y Sonido -en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU)- que se muda al barrio de Once, bien lejos de su familia rural, y también renuncia a su puesto de trabajo en una administradora privada de jubilaciones para aceptar otro como cartero en el Correo Central. En su nuevo asentamiento laboral solo hay descontento por los despidos encubiertos a los más veteranos y, asesorado por Sánchez (Germán de Silva), su superior, se esforzará por vislumbrar cuáles son los códigos de supuesta fraternidad con los que operan sus compañeros más hostiles a la hora de ganarse la vida, con sueldos cada vez más ajustados y changas que no siempre serán monetarias.

Durante un junket de prensa en la Asociación DAC (Directores Argentinos Cinematográficos), el realizador Emiliano Serra nos confió que ‘Cartero’ opera como una suerte de autobiografía cifrada, comenzando por las simetrías establecidas entre sus primeros años de universitario y los de su protagonista ficticio: ante la ausencia de una industria laboral firme, solo se consigue trabajo en actividades que no guardan ninguna relación con su formación, pero cada tanto se encuentra un instante para visitar una sala de cine. Aun así, es más importante destacar que la película avanza sin enfatizar tales paralelismos –ni dentro de su propia historia, ni en los paratextos de la misma-, en otras palabras, lo que prima en ella son los elementos universales que dialogan con los contextos de crisis económica y desempleos masivos que tienden a manifestarse en determinadas circunstancias de todo país insertado en el sistema capitalista.