Trascendente tradición
Casa Coraggio es el nombre de una casa de velatorios propiedad de una familia de Los Toldos, provincia de Buenos Aires. Desde hace 120 años, la familia tiene un contacto con la muerte diferente al resto de las personas. Baltazar Tokman cuenta la historia de esa familia desde el interior de la misma, describiendo vínculos y generaciones entre ambos más allá del negocio que los identifica.
Para hacerlo recurre a Sofía Urosevich, la hija adulta que vive en Buenos Aires y regresa a su ciudad natal para retomar contacto con la empresa funeraria, su madre, padre y hermanos. En esta dinámica aparecen los rituales y tradiciones asumidos con una responsabilidad trascendente.
Baltazar Tokman se –y nos- sumerge en el seno de la familia. Desde cerca y con una cotidianeidad asombrosa vemos su rutina diaria, sus comportamientos típicos y su particular negocio con la muerte. El film trasmite momentos muy sensibles al espectador, generando empatía y familiaridad con las costumbres: el mate, la charla de mujeres, la cena de fin de año, los cumpleaños, etc. ¿qué distingue a esta familia de otras entonces? Su ocupación, la casa Coraggio del título, desde donde vemos el desarrollo de dicha actividad en pleno movimiento.
Tokman reserva un momento, entrado el relato, para hablar de misterios asociados a espíritus y cuestiones místicas, inevitables en cuanto al tema retratado. Pero rápidamente deja de lado las confabulaciones tabú para acercarse al verdadero motor del negocio familiar: la función social. La cámara que acompaña los seres humanos sin vida desde el hospital hasta el nicho, indica la cualidad del trabajo que Tolkman destaca con su cámara, que no es otro que la responsabilidad social de la familia en respetar y seguir la tradición. No sólo se acompaña a los familiares del difunto sino al difunto en sí, dándole el trato correspondiente.
A pesar del tema, Tokman logra alejarse de la asociación mortuoria, mostrando la vitalidad tanto en el interior de la familia como en la labor que realizan. El asunto es aquí la tradición, la que conserva –y preserva- a las personas, enaltece los vínculos y acompaña el ciclo de la vida. De esta forma el director de I Am Mad (2013) culmina con un sentido homenaje a la familia retratada.