Casa Coraggio es un filme que mezcla documental y ficción para narrar un “coming of age” particular, a partir de la historia de una familia dueña de una casa de sepelios.
Sofía es una mujer joven, madre soltera tempranamente, que vive en la ciudad con su hijo adolescente. Ella nació en Los Toldos y un verano regresa a su pueblo por un cumpleaños de 15 familiar y una cirugía de corazón (que siempre conlleva sus riesgos) a la que se debe enfrentar su padre.
Su familia es la dueña de la centenaria casa funeraria del lugar y mientras está de visita (viendo a su madre alejada del grupo parental tras la separación, a sus amigas, etc.) o conociendo a gente (el nuevo empleado de la cochería) la protagonista se va incorporando de lleno en el negocio familiar.
Tokman fusiona la ficción con el documental anunciándolo con un cartel en el comienzo mismo del filme: a partir de conocer a la muchacha y a su padre los convocó para que “actuaran” de sí mismos en este proyecto junto con actores profesionales.
Si bien Sofia se luce frente a la cámara como una consumada actriz conservando la frescura de ser, las situaciones encontradas para desarrollar el relato tienen dos problemas: el material de la realidad suena algo forzado en su presentación (diálogos, construcción de escenas y planos) y la ficción acumula algunos lugares comunes.
Todo hace que las escenas se alarguen, algunas parezcan innecesarias o no cortadas a tiempo y se estire esa búsqueda que uno intuye es el tiempo necesario para que la protagonista asuma su nuevo rol y el giro en su vida. Ciertas puestas y la musicalización no colaboran demasiado.
Los motivos primigenios aparecen y desaparecen sin mucha lógica interna más que la de un guion o un montaje que no termina de cerrar y hasta ciertas situaciones son planteadas más por la necesidad del documental de dar cuenta de lo que quiere narrar que de lo que debería “actuar” Sofía, quebrando cierto verosímil (algún atisbo de sorpresa o inquietud ante los cajones, algún relato familiar que ella debería conocer).
La enfermedad, la muerte y los ritos mortuorios sociales se tratan sin remarcarlos, y al límite del morbo, pero tampoco con un profundo desarrollo, y se conjugan con la vida, las celebraciones y el legado familiar como mandato o asunción, pero algo no funciona del todo.