La nueva película de Tokman (“I am mad”, “Planetario”) es una conjunción inextricable entre ficción y documental. Salvo por unas leyendas al comienzo, que nos indican que Sofía Urosevich Coraggio y su padre actúan de ellos mismos, no sabemos si el resto del elenco es real o no.
Presentada y estrenada a nivel mundial, en el 19º Bafici -edición de este año-, en la sección de la Competencia Oficial Argentina, “Casa Coraggio” es la historia de una familia de Los Toldos, un pueblo de la provincia de Buenos Aires, que lleva adelante una funeraria hace más de tres generaciones. Sofía, con la intención de asistir al cumpleaños de quince de su media hermana, viaja al pueblo por unos días pero, al conocer el estado de salud de su padre y su próxima operación, se plantea si debe quedarse para manejar la empresa familiar o seguir con su vida.
La dualidad entre la realidad y la ficción da a la puesta en escena una virtud camaleónica. Ese “vaivén escenográfico” se concentra, en mayor medida, en la casa de los Coraggio, al auspiciar de hogar y funeraria. Allí se destilan y entremezclan todo tipo de acciones: desde los quehaceres diarios y las actividades cotidianas, las reuniones familiares, los preparativos para la fiesta de quince y las tareas habituales de la empresa -la venta de ataúdes, el acondicionamiento de los cuerpos para ser velados, etc.
Es curioso cómo, de esa mixtura de situaciones, se emparentan, de forma simbólica, el carácter contemplativo de los velatorios y sus preparativos previos con la abstracción nocturna de Sofía, tanto antes como después de irse a dormir. La convergencia, si se quiere mística, de estas escenas remiten a la irrupción del legado familiar en su vida. En este sentido, la futura operación del padre, los vínculos familiares y una relación amorosa son circunstancias que actúan como agentes del destino, cuya condescendencia, presuntamente irrevocable, inducen a Sofía a permeabilizar sus esotéricos pensamientos por medio de sus acciones, para luego corporeizarlos con sus palabras. Es notorio como el avance gradual de estos estadios expone la levedad narrativa con la que se desarrollan el conflicto y el desenlace del relato.
La cámara toma imágenes que evidencian la dicotomía formal entre la ficción y el documental, pero, por su potencial técnico, fusiona y asimila ambos géneros en cada fotograma de la película. Este choque, adrede intensificado por no saber hasta qué punto lo que vemos y oímos es verídico, construye una fuerte connivencia entre realidad y artificio.
En cuanto a los recuerdos que evocan vía oral la abuela de Sofía y ella, de ser ciento por ciento verdaderos, son dignos de estudio para la microhistoria y dan al largometraje un valor histórico más allá de sus méritos cinematográficos.
Tokman logra, con esta historia perdida en los confines de la provincia de Buenos Aires, un relato sólido y pintoresco.
Puntaje: 4/5