La nueva película del “padrino” del nuevo cine cordobés es una exploración extraña y fascinante en la vida de un hombre atravesando una compleja crisis de la mediana edad. El director de “De caravana” combina un relato clásico con curiosos riesgos formales. Junto al estreno, la Sala Lugones ha programado una retrospectiva completa de su obra.
La película del realizador cordobés es un objeto sorprendente, tan fascinante como complejo desde lo formal y temático. Una película que por momentos apuesta al realismo/naturalismo más estricto y, por otros, se juega por ciertos vuelos formales que la llevan hacia otros territorios. Desde lo puramente cinematográfico se podría decir que es un experimento notable de algo que podríamos denominar, a falta de una mejor expresión, “neo-retro”. Es una película que toma decisiones de puesta en escena atrevidas, muchas de las cuales parecen como apropiaciones posmodernas de gestos estéticos del pasado, de películas de los años ’60 o ’70. Algo que queda claro en el uso de la música, del zoom, de ciertos paneos circulares, de curiosas composiciones de cuadro que incluyen gente mirando a cámara, llamativos fundidos encadenados e intrincados planos secuencia.
Esos arriesgados desafíos formales acompañan a una historia igualmente compleja, la de un hombre de unos 40 años, profesor de Literatura en una escuela, que vive con su madre (tan enferma como intensa), que tiene una pareja (una mujer separada, con hijos) no del todo estable y que trata de irse a vivir solo pero no logra hacerlo. El filme lo retrata en todas su facetas: cuida a su madre pero está harto de ella, quiere a su pareja pero la engaña constantemente, le gusta la docencia pero es receloso de sus alumnos o amigos cuando estos triunfan, y tiene una difícil relación con su hermana, quien no se ocupa de la madre como él quisiera. Todo esto contado –en términos estrictamente de guión– de la forma más realista posible, con muy buenas actuaciones de todo el elenco, en especial del protagonista, encarnado por Gustavo Almada.
La zona compleja de la película es cómo se planta frente a su protagonista. Es un hombre por momentos amable y simpático mientras que en algunas ocasiones se comporta como un verdadero monstruo. Y la película toma su punto de vista de tal manera que por momentos es difícil despegar una cosa de la otra, dando la impresión que, o bien comparte sus modos de actuar o bien culpa a su madre por sus muchas veces terribles comportamientos y acciones. Lo que a algunos espectadores quizás incomodará (Ruiz no parece hacerle concesiones a la corrección política) a otros les parecerá un baño de honestidad brutal. Y dependerá de eso, en buena medida, como cada uno se enfrente a esta película desafiante, incómoda y fascinante.