Después de verse en Bafici se estrena este estupendo film cordobés de Rosendo Ruiz, el director de De Caravana, crónica de un tipo en crisis narrada con una solidez, una dedicación y un virtuosismo notables. Gustavo Almada, también guionista, es Alejandro, un profesor de letras que vive con su madre, enferma de cáncer y busca un departamento para alquilar. Tiene una pareja con la que se lleva más o menos, y sexo ocasional con conocidas o prostitutas. También tiene una hermana bastante egoísta que lo deja solo con la convalecencia materna, y un amigo que lo acompaña como puede.
Con un muy buen uso de las herramientas del cine, una fotografía inspirada y funcional, escenas en las que todo viene a cuento, Ruiz consigue, con esta historia nimia, armar un fresco memorable. De un personaje, un lugar y sus ecos, en los de esa generación que ya no es tan joven pero para la que todo es difícil, enfrentada a la idea de muerte de los padres, tironeada por el abismo del fracaso personal, obligada a acciones y decisiones que, como dice el director, bordean conflictos éticos y morales. Difícil de contar sin que suene pomposo, lo que vale es ver Casa propia, una película sustancial, elegante, con escenas que se degustan hasta su final redondo.