Vivir en el aire
En Casas, la máquina para vivir (2013), la realizadora Marina Pessah indaga sobre la problemática de la falta de una vivienda a través de los testimonios de quienes se ven perjudicados por la ausencia de esa necesidad básica.
Eli y Mirian no se conocían hasta que Pessah las juntó. Ellas tienen en común la carencia de una vivienda, y es a través de una charla intimista, generada por este denominador común, que ambas mujeres irán dejando al descubierto las consecuencias que la ausencia de una casa provoca en el ser humano. Por otra parte, la directora habla a través de Skype con Leo, un artista plástico radicado en España cuya obra “La casa a cuesta” desencadenó parte de la idea de este documental.
Pessah estructura Casas, la máquina para vivir en dos partes. Por un lado la charla que mantienen Eli y Mirian, que a pesar de no conocerse con anterioridad logran, a través de la misma problemática que las aqueja, contar su historia personal pero que puede extenderse a la de miles de personas que pasan por lo mismo. Por el otro, desde España Leo habla sobre las relaciones que su obra tiene con su propia historia, mientras desde una voz en off y a través de intertítulos la realizadora también narra su situación personal marcada por la ausencia de una casa. De esta manera el documental no solo se centra en la falta de una vivienda vinculada a lo económico, sino también en la de aquellos que teniéndola no pueden habitarla.
Con un formato clásico en el que predomina la palabra, Casas, la máquina para vivir no hace otra cosa que llevar al cine la historia de muchas personas a las que la carencia de una vivienda las limita para poder progresar en esta vida. Y Pessah lo hace desde un lugar poco habitual, sin ningún tipo de pretensiones y con respeto que el tema se merece.