ANTROPOLOGÍA DE LA COMEDIA ROMÁNTICA
Como si alguien hubiera encontrado alguna de esas cápsulas del tiempo que se enterraban para recordarle a un hipotético habitante del futuro cómo eran las cosas muchos años antes, Cásate conmigo irrumpe en los cines de 2022 para demostrar cómo eran las comedias románticas hace más de veinte años. La película es de 2022 porque las historias de Instagram se integran a la narración como quien quiere darle un aire de contemporaneidad al asunto, pero en lo concreto esta película de Kat Coiro huele a cosa vieja, no en un sentido negativo sino como elemento didáctico hacia las nuevas generaciones: así eran las comedias románticas antes de que la deconstrucción y la culpa progre obligaran a repensar uno de los géneros más asentados en el imaginario popular.
En todo caso no sé si Coiro y su equipo de guionistas son del todo conscientes de la operación nostálgica y cultural que propone la película, pero si tenemos en cuenta los antecedentes de Tami Sagher (Muñeca rusa, Girls, Inside Amy Schumer, How I met your mother, Bored to death, MADtv), una de las escritoras, podemos llegar a pensar que hay algo adrede. Jennifer López, que fue la última heroína del género antes que pasara a mejor vida (el género, no la JL), interpreta a una célebre cantante pop que está por casarse arriba del escenario con otro cantante famoso (el también cantante Maluma), pero sufre un desengaño y un poco por despecho y otro tanto por la vergüenza que pasó ante cientos de miles de fan’s, termina relacionándose con un don nadie que está en la platea (Owen Wilson). Un poco como en Un lugar llamado Notting Hill, pero en la era de las redes sociales y la fama de cartulina, el film de Coiro trabaja sobre la idea de cómo una celebridad puede vincularse con alguien común y corriente; cómo ese ego puede ser lastimado pero también cómo el tipo mundano, con su inseguridad, sobrevive a una exposición infrecuente.
Cásate conmigo tiene muchas arbitrariedades, y está bien; también una apuesta por suspender el cinismo contemporáneo y comprometerse con personajes enamoradizos y románticos a más no poder, algo que luce un poco artificial. Pero también sobrevive por el carisma de sus protagonistas, especialmente por Wilson a quien le quedan perfectos estos personajes de padres entre compinches y severos a los que las situaciones los superan (Marley y yo, Extraordinario). Cásate conmigo amaga por momentos con algún comentario contemporáneo sobre los nuevos roles de hombres y mujeres, pero lo hace con pereza y sin demasiada convicción. Porque en definitiva lo que le interesa es contar el viejo cuento del chico conoce chica, amontonar lugares comunes, crear comic relief con peso dentro del relato, y hacernos creer que ese mundo edulcorado es posible. Y por suerte elige las canciones pop para poner en palabras los sentimientos de los personajes, herramienta que aquí resulta muy conveniente. Si el film de Coiro no es mejor, es en definitiva porque sus materiales no son del todo sofisticados, es menos graciosa de lo que asume y -por qué negarlo- porque las comedias románticas de los 90’s, salvo enormes y recordables excepciones, tampoco eran una maravilla.