El director Gabriel Nesci, (“Días de vinilo”) autor también del guión elige una historia que suele visitar el cine, y lo hace con una cuota de melancolía, de verdad en los personajes, con la elección de actores tan distintos como personales. Hombres de cuarenta y pico que coinciden en crisis fuertes en sus vidas y que se aferran como tabla de salvación a un sueño juvenil, en este caso a una banda de música, “maldita” que puede resurgir gracias a la nostalgia y algún truco informático. Un viudo reciente, con intentos de suicidio, que casi no tiene comunicación con su hijo adolescente, un abogado exitoso y despiadado que es echado de su trabajo por corrupto y un solitario con un toc muy particular, sin amigos, con un padre en un asilo, que se encuentra con una tabla de salvación que no piensa soltar. Con humor, con un encanto que atraviesa toda la trama, a pesar de algunas soluciones fáciles, de corte televisivo y previsibles, pero que no invalidan una propuesta que seguramente atrapará al espectador. Esa mirada compasiva pero también amorosa sobre los perdedores de siempre, sobre ese club donde nadie quiere ser socio pero donde estamos todos, esa puerta de salida mas hecha de ilusión que realidad. Y un humor que por lo general es efectivo y bien logrado.