El director de Días de vinilo y Todos contra Juan regresa al universo de la música, la nostalgia, las referencias y los personajes golpeados por la vida en una comedia agridulce y sentimental sobre la reunión de una banda de culto 25 años después de su separación para participar de un concurso radial. Impecable en su confección y moderadamente divertida, la película tiene también algo de déjà vu y por momentos luce demasiado esquemática y previsible.
A Axel (Santiago Segura) parece faltarle un tornillo (o más), subsiste manteniendo computadoras por las noches en una oficina de Madrid y vive bajo la sombra de un padre -que está en un geriátrico en un estado poco menos que vegetativo-, a contramano del mundo, incomunicado, en absoluta soledad; Javier (Diego Peretti) es un maestro de biología en un colegio secundario que no ha podido siquiera procesar la prematura muerte de su esposa y, en medio de una depresión crónica, no logra conectar de ninguna manera con su hijo adolescente; Lucas (Diego Torres) es un abogado tan arrogante como corrupto que se queda sin trabajo cuando en su corporación descubren una de sus avivadas.
Los tres protagonistas de Casi leyendas no tienen en principio nada en común, pero en verdad comparten un pasado que pudo ser (pero nunca llegó a ser) glorioso como integrantes de un grupo pop de canciones pegadizas llamado Auto Reverse. A partir de un concurso lanzado por una FM porteña para reunir a viejas bandas de los años '90, Axel reaparece en Buenos Aires (de donde había huido justo cuando el éxito parecía posible) con la idea de rearmar el conjunto.
Habitual cultor de la nostalgia, las comedias de enredos y el universo musical, el guionista y director Gabriel Nesci abreva en múltiples referencias y antecedentes del subgénero de viejos rockeros, regresos con gloria, guerras de bandas y miserias del ambiente (This is Spinal Tap, Casi famosos, Still Crazy, Purple Rain y Anvil podrían ser algunas) con un producto que, más allá de ciertos tropezones en el desarrollo y cierta sensación de déjà vu, se disfruta bastante.
El creador de Días de vinilo y Todos contra Juan optó por Segura como el motor del relato (en un principio el andar, los gestos y la forma de hablar de Axel generan cierta irritación y rechazo, pero con el desarrollo de la trama se convierte en el personaje mejor trabajado y con más matices), mientras que Peretti tiene más posibilidades de lucimiento que el aquí poco convincente Torres.
Los personajes secundarios no están mal (Claudia Fontán y Florencia Bertotti son ex groupies con distinta suerte en sus vidas; Fernán Mirás es un abogado chanta y bon vivant; Rafael Spregelburd interpreta a un policía sacado; y Uma Salduende, a una niña de armas tomar y más avispada que los adultos), pero en ningún caso alcanzan un lugar decisivo en la suerte de la película.
La sensación que deja Casi leyendas es que está concebida por gente muy profesional, que sabe lo que hace en todos sus rubros y con buenos recursos (salvo la escena en la que se reconstruye una sala de espera de un aeropuerto), pero -como ocurre con la mayoría de las comedias industriales nacionales de los últimos tiempos- también luce demasiado calculada, un poco tironeada entre lo que quiere y lo que se supone debe ser, con una propuesta que termina siendo un poco esquemática, superficial y previsible. Todavía el cine argentino no se permite “descontrolarse” y regalarnos un humor capaz de sorprendernos y descolocarnos del todo. Seguimos esperando...