Amigos para siempre
Casi leyendas, la segunda película del creador de Todos contra Juan, es una comedia que apela a la nostalgia y a los guiños a la música de los ‘90.
Quizás para el público en general el nombre de Gabriel Nesci no sea reconocible todavía -como lo son los de otros directores como Juan José Campanella o Damián Szifrón- pero si digo que es el creador de la serie Todos contra Juan, seguramente lo van a poder ubicar. Después debutó en cine con Días de vinilo, una comedia bastante efectiva con ecos -quizás demasiado evidentes- de Alta fidelidad.
Están claras las fuentes de las que bebe Nesci: Todos contra Juan también tenía las referencias ineludibles a Seinfeld, Friends y, sobre todo, Extras. Pero la copia funcionaba bien gracias a la adaptación inteligente a los usos y costumbres argentinos y, sobre todo, a un dominio del lenguaje que hacía que los diálogos tuvieran el mismo ritmo vertiginoso de sus pares en inglés, sin resignar verosimilitud en nuestro idioma.
La segunda película de Nesci continúa en esa línea. Casi leyendas cuenta la historia de tres amigos que en los '90 tuvieron una banda de rock con una módica repercusión en el ambiente del under y que justo cuando estaban por grabar su primer disco y hacer un show que pintaba para consagratorio, se disolvió porque uno de ellos tuvo que viajar a España intempestivamente, sin avisar ni dar explicaciones.
En la actualidad, Axel (Santiago Segura) continúa en España. Sufre Asperger y festeja su cumpleaños solo en su casa. Su padre está internado en un geriátrico y él no tiene amigos. Se entera de que una radio de Buenos Aires festeja sus veinticinco años y para eso organiza un show con bandas de los '90. Entre las candidatas está la suya: Autoreverse. Decide volver al país y convencer a sus amigos, a quienes no volvió a ver, para presentarse al concurso.
Ellos son Javier (Diego Peretti), el que escribía las letras y cantaba, y Lucas (Diego Torres), el baterista lindo (graciosa y mordaz referencia a Soda Stereo). Javier enviudó hace poco, está deprimido, intentó suicidarse y vive con su hijo adolescente, con el que se lleva bastante mal. Lucas es un abogado egoísta y mujeriego que pierde su trabajo y enfrenta un juicio por haberse quedado con un vuelto.
Película de “bromance” (como también lo era Días de vinilo), de nostalgia, de guiños musicales (aparece la banda Bravo, archirrivales de Autoreverse, que los reemplazaron en aquel recital fatídico y lograron alcanzar el éxito) y de chistes efectivos e ingeniosos, Casi leyendas funciona también en su costado dramático: cada uno de los amigos superará su problema sin esquivar el dolor de ya no ser.
Segura no es un gran actor pero termina resultando tierno con su Axel cuya enfermedad lo hace carecer de aptitudes sociales, lo hace parecer un poco tonto a pesar de que no lo es en absoluto: es el cerebro musical de la banda y el que lleva adelante el regreso. Peretti y Torres acompañan con efectividad y el detalle de que sea el primero el cantante y no el segundo resulta simpático.
El elenco femenino es desparejo. Claudia Fontán está absolutamente desperdiciada en el papel de ex groupie de la banda, actualmente en silla de ruedas. El humor negro sobre su condición queda en manos de los hombres y ella se limita a sonreír. Pero la que brilla por sobre el resto es Florencia Bertotti, la hermana menor de Fontán, fundadora y única miembro del fans club de Autoreverse, enamorada del baterista desde que era una nena. Y su hija, Uma Salduende, que quiere ser periodista, una nena que protagoniza una de las escenas más graciosas de la película.
En resumen, el guión es redondo a la manera clásica, cada personaje hace su viaje y los guiños funcionan. Por momentos el timing de los gags está colgado de un pincel y algunas escenas deberían cortar antes (la aparición de Bravo es el caso emblemático: es graciosa pero Nesci se engolosina y la hace durar demasiado). Pero cuando al final gana la emoción, salimos del cine tarareando el hit de Autoreverse y convencidos de haber visto una buena película.