Casi famosos
Esta nueva obra, la segundo en su carrera, del director de “Días de vinilo” (2012), vuelve a sustentarse en casi los mismos pilares que su antecesora.
Nostalgia y música, en el orden que quiera, para luego ampliarse a otras temáticas, como la amistad, los amores filiales, las pérdidas, el perdón, mientras hay vida hay esperanza, segundas y terceras oportunidades, si se quiere.
El filme abre acercándonos a Axel (Santiago Segura) plácidamente tocando la guitarra, escucha la noticia que una emisora de radio cumple 25 años y realizara un mega recital con las bandas de aquella época.
Pero Axel recibe un llamado, abruptamente deja todo y se va. Su destino es el geriátrico donde está alojado su padre, quien ya no responde a ningún estimulo, un vegetal.
Paralelamente nos constituyen a los otros personajes: Javier (Diego Peretti) y Lucas (Diego Torres). El primero, transitando por lo que podría entenderse como duelo patológico tras la muerte de su esposa, sólo tiene contacto con la vida a través de su profesión de docente de secundaria, hasta ha descuidado a su hijo que ya es un adolescente.
Lucas en apariencia es el más exitoso de los tres, abogado de profesión separado de su esposa, todavía conlleva la posibilidad de seducir, pero como nada es lo que parece, enseguida sabremos que su ego es tan grande que le imposibilita el compromiso afectivo con quien sea.
Los tres habían formado un grupo de rock “Autoreverse”, allá por los principios de la década del 1990, habían tenido su momento de gloria esfumándose por cuestiones misteriosas.
Axel toma un avión, y vuelve a Buenos Aires con la intención de juntar al grupo nuevamente.
Lo mejor está en la presentación, construcción y desarrollo de los personajes, sumado a los diálogos, nada de profundidad filosófica, lo cotidiano puesto de manifiesto con mucho humor’
En estas cuestiones de personajes los dos Diegos componen de muy buena manera sendos personajes, es un hallazgo, por parte del director Gabriel Nesci, muy agradable ver al hijo de Lolita Torres actuar y no cantar, lo que hubiese sido un gigantesco cliché.
Sin embargo el filme se sostiene principalmente por la actuación del actor español, quien trabaja desde un registro totalmente diferente al que nos tiene acostumbrado. Desde el manejo del cuerpo, el rostro, los ojos, interpretando de manera perfecta a un psicótico “esquizoafectivo” anclado en casi una catatonía. Ayudado por el muy buen guión escrito por el responsable de la dirección.
De Hecho, no parece casual que el grupo musical, que ejecuta las canciones también compuestas por Gabriel Nesci, tenga por nombre “Autoreverse”, lo que da pie a un par de gags y al tema principal de la realización. Volver a empezar.
No le pidamos ninguna ruptura lingüística ni estética, clasicismo puro desde su estructura narrativa, formalismo a ultranza, pero nos pone melancólicos y nos entretiene con armas leales.