Es una película muy especial. La primera parte es una comedia desatada donde John Turturro como director no pierde tiempo en presentar sus personajes y nos mete en el delirio donde el más impensado gigolo es Turturro y su productor, el desopilante Woody Allen, que le consigue clientas ricas, como Sharon Stone y Sofia Vergara. Pero también hay una melancólica historia de amor con una mujer viuda judía ortodoxa. Toda esa historia es como otra película. Leve, inteligente e irónica, una comedia encantadora.