¡PEQUEÑO DEMONIO!
Reene Zellweger tenía un futuro más que prometedor, una radiante belleza y mucho talento actoral. Pero el papel de su vida también fue su maldición. EL DIARIO DE BRIDGET JONES (2001) la obligo a subir varios kilos de más y, aunque se ganó al público, su carrera fue a parar a lugares donde nunca habría llegado si la belleza aún la acompañara. Los kilos se fueron pero hay que aceptarlo, Reene pasó de ser la chica linda de las comedias románticas para convertirse en la mujer madura, trabajadora y seria. Puede seguir intentando aparecer en películas como JERRY MAGUIRE o IRENE, YO Y MI OTRO YO, pero los resultados no serán favorables (Así lo demostró con NUEVA EN LA CIUDAD). Los días de enamorar a Tom Cruise quedaron atrás y ahora solo le queda interpretar papeles en dramas o thrillers de suspenso/terror en los que el sex-apeal es lo de menos. Hablo de films como CASE 39 (2009). Es este, Reene interpreta eficazmente a una empleada de servicios infantiles que investiga su caso número 39: Un niña llamada Lilly (Jodelle Ferland) que casi es asesinada por sus desquiciados padres. Pero lo que no sabe es que la niña con rostro angelical esconde un terrible secreto y, por alguna razón, las personas a su alrededor empiezan a morir misteriosamente. Caso abierto.
Hay que evitar la superficialidad para no distraerse con los arrugados cachetes de Reene Zellweger y, una vez alcanzada dicha meta, recién se puede empezar a hablar sobre la película. En primer lugar, y poniendo la atención sobre los atributos del film - que son pocos - , se puede decir que tiene buenos momentos de suspenso, algunas escenas fuertes e impactantes y una trama que se sostiene por una creíble evolución de los personajes. A esto le sumamos un bien logrado traspaso de drama-social a thriller-sobrenatural, y buenas actuaciones de todo el elenco, incluida la pequeña Jodelle Ferland que, aunque es creíble, no pudo ponerse a la altura de la aterradora Isabelle Fuhrman de LA HUERFANA (2009).
Dejando de lado la obviedad de la progresión narrativa causada por los reveladores trailers, la verdadera sorpresa del film son sus escalofriantes escenas de violencia que valen la pena la entrada. Desde una niña dentro de un horno hasta una mandíbula quebrada, pasando por un impactante ataque de avispas a muertes con tenedores, martillos, fuego y más. Todo está al servicio del morbo y los amantes de la violencia explicita quedarán satisfechos. Diferente será para los que buscan atemorizarse con los elementos sobrenaturales del film. Estos son escasos y, en su mayoría, un fracaso en cuanto a efectos especiales. (SPOILERS) Las escenas en que Lilly cambia su dulce voz por la de un demonio o al final, con el auto bajo el agua, están pésimamente resueltas y son incluso irrisorias (FIN DE SPOILERS).
Quizás sólo los cinéfilos lo sepan, pero la idea de generar un ambiente de suspenso usando a una tierna niñita no es original. Ya fue planteada en el cine en varias ocasiones, pero vale aclarar que CASO 39 no es el mejor exponente del género. Adentrarse al tema de “infante demoniaco” por medio del maltrato infantil le da originalidad a la trama, sin embargo la narración suele distraerse erroneamente en cuestiones sociales y problemas familiares que ralentizan el film y lo vuelven tedioso. El resultado: La aterradora y obvia revelación se presente tarde provocando que el final de la película - malísimo, por cierto - se extienda hasta cansar, dejándonos un film olvidable tanto para la carrera de Reene Zellweger como para el cine de terror en general. Caso cerrado.