La suma de todos los miedos
Si Caso 39 hubiese sido simplemente un thriller psicológico estaríamos hablando de una muy interesante propuesta sobre el maltrato infantil, con el foco puesto en una familia de padres abusivos y trastornados que intentan por todos los medios aniquilar a la pequeña Lillith, a quien consideran demoníaca.
Sin embargo, en lugar de jugar en el terreno de la ambigüedad el director alemán Christian Alvart sumerge y estanca la trama por el camino de lo sobrenatural -con atisbos de terror- para caer en el atajo más convencional que recuerda, entre tantas otras películas, a La Profecía. No obstante, el ritmo no decae aunque las sorpresas y sobresaltos se vuelven cada vez más predecibles.
Así las cosas, estamos frente a la trillada historia de una niña -con apariencia angelical- que se gana el corazón de una asistente social (Renée Zellweger, con trauma infantil de por medio) luego de que ésta última la salvara de las garras de sus padres asesinos para hacerse cargo más adelante, y por pedido expreso de la víctima, de su cuidado y manutención. Pero tras una serie de incidentes y episodios confusos que involucran muertes del entorno de la protagonista, la mirada sobre la dulce Lillith (Jodelle Ferland, saludablemente perturbadora) cambia de manera rotunda y la empatía con los padres se acrecienta cuando son revelados en el relato un par de secretos.
Si bien Renée Zellweger intenta aportar una cuota de sensibilidad en un registro a la que no está acostumbrada, apenas cumple con las exigencias de su rol cuando está claro que los laureles se los debe llevar la pequeña Jodelle. Una idea desaprovechada al máximo a pesar de resultar al menos entretenida para un público poco exigente.