Bellamente filmado este film argentino sobre un viaje iniciático e introspectivo.
Cuarta película de esta directora que se exhibe en el Bafici (sus anteriores. Cómo pasan las horas, 2005; Extranjera, 2007; y El recuento de los Daños, 2010), en esta oportunidad evoca a Homero trasladando la historia a una periodista (una impecable Agustina Muñoz) quien se dirige a las profundidades del impenetrable chaqueño para testimoniar con su presencia la vida de las tribus locales, en un viaje que resulta iniciático e introspectivo.
Varios son los ejes que Oliveira Cézar propone con su mirada crítica, comenzando con una feroz y lúcida mirada sobre el rol de los medios a la hora de abordar la realidad social (Alan Pauls compone aquí con un profesionalismo sorprendente al editor jefe del medio para el que la periodista trabaja, mérito actoral también atribuible a su directora). También está el testimonio de la época en la que transcurre la existencia de nuestra protagonista (vidente en la mitología, testigo activa de una realidad transformadora) y su mayor o menor posibilidad de modificar la misma.
Los límites entre el entorno y la subjetividad aparecen en este film de manera tan difusa como atractiva planteándose la fusión de ambos como hipótesis inevitable.
Bellamente filmado, Cassandra incluye asimismo un documental dentro de la ficción que se propone como un protagonista alternativo, dando voz a los que no la tienen.
Las reflexiones también tienen lugar, y sobreviven ante una realidad que surge como aplastante, ante un paisaje que todo lo devora, ante un silencio que vale más que mil palabras escritas.