Nominada a dos Premios César de la Cinematografía Francesa (Mejor diseño de vestuario y mejor diseño de producción) esta propuesta de Alexis Michalik, responsable también del guión y de la adaptación de la pieza teatral, nos invita a sumergirnos en el mundo de Edmond Rostand, durante su proceso de creación de Cyrano de Bergerac, para algunos considerada la obra teatral más importante de su país. Narrada en clave de Vodevil, y con solventes actuaciones, el film se desarrolla con un gran sentido del ritmo y dinámica, en el que se abre paso además a algunas de las recreaciones de la obra original, todo ello condimentado con un gran humor y con eficaces gags que acentúan la progresión de la trama. El actor Thomas Solivérès personifica al Rostand de esta propuesta, dotándolo de un sutil humor y un acentuado romanticismo, acompañado por el siempre eficaz Olivier Gourmet y Mathilde Seigner, en un elenco sin fisuras. Una verdadera celebración del teatro en el cine, sin por ello incurrir en morosidad (como algunas veces suele suceder) el montaje es ágil y resuelto y todos los rubros técnicos se encuentran ajustados. Cyrano Mon Amour no sólo homenajea a la pieza de referencia, sino también a su sustento, que es la actuación, y el propósito esencial que conlleva tal profesión. No en vano Michalik, su director, es también actor, quien además se reserva uno de los personajes del film. Sobre los créditos del final, y como regalo especial, se van a poder apreciar en breves segmentos, todos los actores que personificaron a este célebre personaje de la dramaturgia francesa.
Película argentina del género Rape & Revenge que firma Diego Fried con Jazmín Stuart como la protagonista damnificada que emerge como vengadora y se carga sola este fuerte alegato anti violencia.
Habiendo formado parte el año pasado de la selección de films del Tour de Cine Francés (Segunda Edición) llega ahora por iniciativa de BF Paris a Video On Demand, la novena propuesta de la directora Lisa Azuelos, hija de la gran Marie Laforet, sobre la transición del proceso de una madre joven aún y moderna en sus concepciones de vida, quien debe lidiar con la partida de su hija a Canadá para iniciar sus estudios universitarios. Mon Bébé, tal el título del film, cuenta con la presencia protagónica de la magnética, divertida, versátil y sensual Sandrine Kiberlain y de la hija de la directora en la vida real Thais Alessandrin, quien interpreta a la estudiante, las que logran un perfecto y acabado vínculo amoroso, divertido y cómplice de madre e hija. Si bien la temática del síndrome del nido vacío (los dos hijos anteriores de la protagonista ya partieron del hogar materno) fue tratada reiteradas veces en el cine, no es menos cierto que esta reversión fresca y novedosa de este tipo de situaciones coloca a este opus en una plataforma de apreciable entretenimiento. Narrada con significativos flashbacks respecto de numerosas alternativas de vida de esta familia, la ternura predomina en casi todas ellas, logrando la directora hacer primar, más allá de los cambios conductuales y sociales de estas últimas décadas, la invariabilidad de las emociones más primarias de sus personajes. La dirección actoral es otro de los puntales de Mon Bébé quienes transitan con comodidad por fiestas, exámenes, despedidas, traiciones, pérdidas significativas y romances. Una interesante propuesta para ver. POR QUE SI: » Fresca y novedosa «
Digno heredero del Cinema Novo Brasilero (su padre Glauber Rocha fue uno de sus precursores) Eryk construye desde su film Breve Miragem de Sol un tortuoso recorrido de su protagonista (Fabricio Boliveira) por la noche carioca intentando sobrevivir en una ciudad amenazante desde lo social donde las posibilidades de sobrevivir son limitadas. A través de sus viajes como chofer de taxi nocturno se van desgranando las pequeñas historias de vida que condensan un claro foco de la realidad brasilera, descarnada, violenta e individualista, desde las despreocupaciones de un par de jóvenes alcoholizados por los agobios que el sistema inyecta a sus criaturas hasta quienes se enmascaran en lo ficticio para poder sobrevivir a sus deudas y los ajetreos diarios de quienes deben lidiar con las muertes cotidianas gratuitas. Paulo, su protagonista, se ve privado de ver a su hijo por decisión materna, debiendo enfrentar una inusitada violencia que lo acorrala a tener que realizar un trabajo muy mal pago para poder sobrevivir, y con escasos puntos de goce en el cotidiano, donde todo es noche y oscuridad. No es casual que la única toma que permite un poco de aire sea la que reúne a este chofer con su eventual compañera frente al mar, serenos, dejándose abrazar por su oleaje y pudiéndose conectar a través del roce de sus cuerpos. Son notables las filmaciones de masas, donde se hace foco en enfrentamientos callejeros a la salida de una cancha de fútbol, advirtiéndose que este film mixtura la ficción con el documental. Son destacables asimismo la fotografía de Miguel Vassy, el montaje de Renato Vallone y el sonido de Federico Billordo que aciertan en la construcción del retrato de una sociedad vertiginosa, cambiante e impiadosa. POR QUE SI: » Retrato de una sociedad vertiginosa, cambiante e impiadosa «
La distribuidora Bf Paris, al igual que otras, está adaptando su actividad a los tiempos que corren, y es por ello que ha decidido comenzar a lanzar al mercado una serie de estrenos virtuales de su sello, el primero de los cuales es la película de Hugo Gèlin Amor a Segunda Vista, que formara parte del ciclo Tour de Cine Francés el año pasado, y que se podrá ver en las paltaformas ITunes y Google Play a un precio promocional. El guión, que fue firmado por el mismo director junto a Igor Gotesman y Benjamin Parent, nos remite al mundo de Rafael, quien de la noche a la mañana se despierta en un mundo distinto y percibe que su vida ha cambiado, ya que se convierte, de exitoso escritor casado con una pianista secundona (Olivia) en un aburrido profesor de secundaria quien desea recuperar ese mundo perdido junto a su otrora pareja, convertida por designio de la realidad parelela en una exitosa pianista. Tal situación dará pie a graciosos equívocos y al intento del protagonista por enamorar nuevamente a su chica ya sea por primera vez, o bien, convencerla que en un universo alternativo ya habian convivido por el término de 10 años y es hora de retomar lo perdido. Poseedora de todos los aditamentos del género, la película avanza gracias no sólo al elaborado guión, quien imprime a la misma una sólida fluidez narrativa, sino a su agraciado elenco. Francois Civil y Josephine Japy dan vida a esta empática pareja en ambos tiempos y aun en la historia de ficción que Rafael escribe, con encanto, entrega y energía, en tanto que quien aporta una extraordinaria cuota de protagonismo y se lleva los aplausos por ingenio, comicidad, carisma y repentismo es el talentosísimo actor Benjamin Lavernhe, de la Comédie-Française, quien aborda a ese incondicional amigo, tan cotidiano en este tipo de comedias románticas. POR QUE SI: «La película avanza gracias al elaborado guión y su agraciado elenco»
Tal vez un poco alejado de la contundencia creativa de films anteriores tales como la evocación a Brian Slade que construyó en “Velvet Goldmine” (1998); el homenaje a Douglas Sirk que exteriorizó en “Lejos del Paraíso” (2002); la evocación a Bob Dylan en “I´m Not There” (2007) y la vuelta a los 50´s en “Carol” (2015), regresa Todd Haynes en un film probablemente de encargo (“Dark Waters” o “El Precio de la Verdad” su poco felíz y ganchero título en castellano) para trasladar a la pantalla la historia que se desprende del artículo aparecido en el New York Times y firmado por el periodista Nathaniel Rich “The Lawyer Who Became DuPont’s Worst Nightmare”. El film desgrana el daño que provocó la Empresa Dupont al verter desechos tóxicos en el Río Ohio afectando a toda la población de Parkersburg, West Virginia y que dio origen al famoso caso judicial que comenzó en 1998 hasta su resolución final en el 2015, impulsada por el abogado Rob Bilott, encarnado por el siempre eficaz Mark Ruffalo, quien ha elaborado cada detalle del personaje hasta su postura física y su aire “antiguo”. Este es otro exponente del llamado Court Room Drama, en el que gran parte de su metraje transcurre en los Juzgados, y que ha sido narrado con gran solvencia y fluidez, enfocando la historia prácticamente en la lucha de este abogado contra una corporación y tal vez dejando en segundo plano aspectos familiares y personales que hubieran enriquecido más la historia. El valor del film radica en su testimonio ecologista y la interpelación a Empresas que siguen generando dividendos a costa de la contaminación a cualquier precio, sin conciencia social alguna. Otro dato a destacar es la impecable composición de Bill Camp como el granjero Will Tennant que acerca el caso a Bilott y aporta las pruebas de la matanza de casi todo su ganado. Sobre el final, y como casi siempre sucede con este tipo de historias, se podrá apreciar a los reales protagonistas de esta historia. POR QUE SI: «El valor del film radica en su testimonio ecologista «
Niña Mamá, documental de Andrea Testa, responsable además del guión junto a Francisco Márquez, es el perfecto ejemplo del valor del cine como herramienta social al servicio de la reflexión y la clarificación acerca de que sucede con las clases más postergadas y todo lo vinculado a la información sexual, prevención sexual, aborto, violencia de género y la necesaria contención (o la ausencia de ella) de niñas que deben atravesar solas situaciones de extrema vulnerabilidad y necesidad. Es allí donde la cámara de la directora asoma, desde la exacta distancia y respeto y retrata, sin concesiones ni tampoco subrayados, los dolores, angustias, soledades, conmociones, ultrajes, sometimientos, abandonos, mandatos, desinformación de niñas (entre 13 años, algunas de ellas), y como deben lidiar con la ausencia del Estado a un tema acuciante y su olvido, postergación, silencio y marginación. Es ésta la realidad que debe discutirse y que nos interpela, como pertenecientes a un colectivo que ha decidido invisibilizar este lacerante paradigma. El duro retrato del cotidiano que se desarrolla en hospitales del Gran Buenos Aires ha sido crecientemente postergado, como estos cuerpos sufrientes, hijos del olvido y el prejuicio, a la espera de una necesaria intervención que opere de manera transformadora. Niña Mamá se constituye en un acertado disparador de la sumisión de las clases más vulnerables a una realidad destructora, impiadosa y dañina, hasta ahora camuflada con éxito por parte de algunos representantes en las cámaras del Congreso de la Nación Argentina. POR QUE SI: «Perfecto ejemplo del valor del cine como herramienta social al servicio de la reflexión y la clarificación»
El director de la multipremiada Short Term 12, Destin Daniel Cretton, nos ofrece ahora un film de clara denuncia social basado en las memorias del abogado Bryan Stevenson (Michael B. Jordan) que hace foco en la actuación de este graduado de Harvard en el estado de Alabama, quien patrocinara cientos de casos de reclusos condenados a muerte en juicios dudodos, sin pruebas, y que dieran sustento a sentencias falsas y arbitrarias. Just Mercy (tal su título original) se centra en la historia de dos de estos reclusos, Walter Mc Millian, un encomiable Jamie Foxx, (a quien el racismo hollywoodense parece haberle arrebatado su segura nominación al Oscar en un resurgimiento más puro y cristalino este año del #OscarSoWhite) y Herbert Richardson (a cargo de Rob Morgan). El film, antes de entrar a considerar algún otro aspecto, vale por la historia misma, la que es narrada de manera fluida y dinámica a lo largo de las más de sus dos horas de duración. La comunidad afroamericana continúa en la búsqueda de justicia, lo cual puede sonar tedioso y hasta reiterativo en la mente de más de un intelectual blanco pequeño burgués y sin problemas de identidad, y el film expone esta cuestión, sin miramientos, de manera clara y contundente, aun a riesgo de caer en subrayados. Lo contundente y movilizador de esta propuesta es el crudo escenario que aproxima a la pantalla, que si bien transcurre en el año 1987 en sus inicios, nos parece situar en la década del KKK. El racismo no ha desaparecido, sólo ha mutado y sofisticado sus métodos. La justicia pertenece a los blancos, quienes se consideran los únicos aptos para desentrañar cuestiones de la clase inferior y matar a voluntad con espectáculo morbo visual incluido. Este aberrante planteo nos interpela y a la vez nos indica que restan, tal vez, numerosos films de esta naturaleza por ser construidos con esta temática en procura de un necesario cambio de paradigma social. Mientras tanto, habrá que agradecerle a la Distribuidora Warner Bros que se haya jugado con el estreno de esta película, mientras que otras colegas suyas hayan pasado por alto exponentes de la talla de “Fences”; “Harriet” Y “Roman J Israel, Esq.”. POR QUE SI: «Vale por la historia misma, la que es narrada de manera fluida y dinámica a lo largo de las más de sus dos horas de duración»
El interesante director chileno Andrés Wood (Machuca, Violeta se fue a los Cielos) vuelve a ocuparse del pasado de su país, esta vez con Araña, título que alude al símbolo gráfico del movimiento de derecha de los 70 Patria y Libertad cuyo principal objetivo consistió en derrocar al gobierno popular de Salvador Allende. No resulta habitual adentrarse en la psicología de grupos neonazis en los 70 en América Latina. Generalmente el cine latinoamericano que intenta revisitar histórico-políticamente nuestro pasado nacional siempre estuvo vinculado a recrear la historia de grupos revolucionarios de izquierda. Es ese, precisamente, el logro de Wood al desnudar el sentir y el pensar de una clase chilena que contribuyó activamente al golpe cívico militar de su país y que hoy detenta el poder. Para ello, se ha rodeado de un grupo de talentosos actores, entre los que descolla Mercedes Morán perfecta en su acento chileno, componiendo a una ejecutiva que intenta suavizar la complicada situación procesal de un ex compañero suyo de armas de aquella época. La incomodidad que provoca Wood en el espectador, sumiéndolo en un estado de complicidad en el que claramente no desearía estar, tornándolo testigo pasivo del horror, se constituye en el mayor acierto de su propuesta. El retrato de su obra contrasta fuertemente con la realidad chilena de hoy en día que aún sigue buscando su camino, 47 años después, sin procesos ni condenas para los responsables de la desaparición de más de 40000 personas. Dichos responsables en el presente, irónicamente y tal como el film denuncia, siguen apareciendo en las portadas de las revistas más emblemáticas de la sociedad chilena.
Entre los magrísimos tres estrenos de esta semana, y sin películas argentinas a la vista dado el sorpresivo anuncio del cierre del Cine Gaumont hasta Abril, el público deberá conformarse (?) con algunas propuestas más que desaconsejables como la repetitiva La Maldición Renace de Nicolas Pesce que traicionando su original espíritu y sentido japonés, ya va en Estados Unidos por la cuarta parte de esta saga incomprensible que no conduce a ningún lugar. El de terror es un género muy respetable que ha generado productos de altísima calidad a lo largo de la historia del cine y no puede constituirse en una excusa de franquicia sólo para vender entradas. Se traiciona así al género y a los espectadores. Retomando la historia original (¿cuál es el sentido de contar tantas veces lo mismo?) la acción se traslada de Japón a Estados Unidos centrando la misma en una policía (Andrea Riseborough) que acaba de enviudar y prueba suerte por estos lares y, a poco de llegar, mete las narices en esta suerte de crímenes irresueltos y en la casa que contiene estos lavados espíritus otrora japoneses. Pesce intenta armar un puzzle con historias paralelas que fueron transcurriendo en distintos momentos temporales y las va intercalando a lo largo del relato para insuflar un poco de aire a esta temática monocorde y liviana, pero ello no basta para armar una historia contundente y los escalofríos tal vez sean producidos por el aire acondicionado elevado. Asoman por el film además de Riseborugh, Demian Bichir como el detective, las talentosas Jacki Weaver y la habitual en este tipo de films Lin Shaye (La Noche del Demonio; Ouija) dando sustento a una nueva tradición en Hollywood que este tipo de propuestas deben contar con figuras de cierto cartel. Pero el terror te lo debo. POR QUE NO: » La cuarta parte de esta saga incomprensible que no conduce a ningún lugar «