¿Qué hacemos las personas a las que nos duele vivir?”, se pregunta Tiago PZK en su canción “Loco” que -a solo 3 semanas desde su lanzamiento- ya acumula 20 millones de reproducciones en YouTube. Y aunque muchas de esas visitas llegaron por el éxito consolidado del artista urbano, lo cierto es que no se trata da un tema musical más, sino que es la pieza fundamental de Cato, la película que llega hoy a las salas con su actuación como principal apuesta. Ópera prima de Peta Rivero y Hornos, la cinta presenta a un joven que vive en el conurbano bonaerense y que sueña con convertirse en una estrella del trap internacional. Pero a pesar de sus grandes ambiciones y su capacidad de alcanzarlas, Cato se ve envuelto en una tragedia familiar que marca un antes y un después en su vida y que, si no logra superarlo, el freestyle será solo un recuerdo de su pasado. Contar un poco más implicaría entrar en spoilers y aquí está la principal debilidad del largometraje: la introducción de los personajes y el principal conflicto suceden a pocos minutos de que inicie la proyección y, en lugar de evolucionar, la película va decayendo poco a poco. A eso se le suma que, a pesar de que cumple con el objetivo, la figura principal no es en realidad un actor, sino que se trata de un músico. De todos modos, la trama resulta interesante, así como los momentos musicales que le dan un toque muy especial a Cato, sobre todo con el nuevo single de Tiago PZK que es más que pegadizo y genera un clima que le otorga a la película su momento culmine. El resto del elenco, también con interpretaciones muy acertadas, se completa con Daniel Aráoz, Alberto Ajaka, Rocío Hernández, Azul Fernández y Walter Donado. Vale destacar ante todo la interpretación de Magela Zanotta, quien se pone en la piel de la madre de dos adolescentes, capaz de hacer cualquier cosa por verlos sonreír a pesar de que las condiciones de su entorno no colaboren. Podría decirse que Cato tiene una propuesta muy valiosa en su guion, sin embargo, se termina quedando a mitad de camino y en lugar de evolucionar, simplemente se estanca. No obstante, es importante destacar la apuesta de convocar a una persona que nunca ha actuado anteriormente para protagonizar el film, puesto que resultó de forma correcta y una gran estrategia para que los jóvenes vuelvan a los cines.
No es ésta la primera vez que un cantante salta a la pantalla grande en una película. Pero estos tiempos no son aquellos en los que esas producciones servían simplemente para vender entradas -y más discos- de los artistas “de moda”. No importaban casi nunca las historias, ni la construcción de los personajes. Eran filmes pasatistas. La diferencia con Cato, el personaje que encarna Tiago PZK, es una sola. Es creíble. Contra todos los prejuicios que cualquiera puede llevar al entrar al cine a ver una película protagonizada por alguien que no es precisamente actor, Tiago -un joven rapero de 20 años cuyos temas tienen millones de reproducciones- es toda una revelación. Una sorpresa. Y no es que su personaje no tenga puntos en común con el autor de Sola -su tema, que lo volvió famoso-, ya que Tiago Uriel Pacheco también, como Cato, tuvo que vivir con su mamá y su hermana y sostener esa familia sin padre. Cato también es rapero. Es un joven que espera la oportunidad para pegar el salto, pero las circunstancias le son totalmente adversas cuando creía que su vida podía cambiar. El lleva el pan -o la carne, según la primera secuencia- a su casita en el conurbano delinquiendo. Porque Cato, el filme, es un thriller, un drama. Tiene canciones, sí, no se asusten los fans de Tiago, pero no son lo prioritario. En el barrio hay de todo. Miseria, pero también códigos. Y armas. Y está el Ruso (Daniel Aráoz), que lo tiene entre ceja y ceja a Cato. Y un policía corrupto (Alberto Ajaka). Y más personajes temibles como el de Walter Donado (que en Relatos salvajes se enfrentaba al de Leonardo Sbaraglia). Y… Y ocurre una desgracia. Y Cato, que tenía la primera oportunidad de sonar en las radios y en las plataformas con su música, con una mano de su novia, debe poner su atención y su preocupación en otra cosa. Pero Cato, que se rodó entre abril y mayo de este 2021 en Villa Tranquila y locaciones de Avellaneda, ya lo aclaramos, no es un filme musical. No es el típico vehículo para difundir a un cantante, aunque Loco, el tema central del filme, ya pasó las 17 millones de reproducciones. Cato es un drama, es un thriller, y para que atrape a lo largo de las casi dos horas de proyección cuenta también con algo primordial: buenas actuaciones. Ya hablamos de Tiago PZK. Lo acompañan, además de Aráoz y Ajaka, Magela Zanotta, como su mamá, y Rocío Hernández, su hermana menor. Y no solo no desentonan, sino que cumplen trabajos acertados. Y Azul Fernández (Minerva en Merlí Sapere Aude, el spin-off de Merlí), que es su novia, es otro punto alto en la opera prima de Peta Rivera y Hornos como director de largometraje. Porque estamos ante dos debuts cinematográficos, el de Tiago y el de Peta. Y ambos son auspiciosos.
Cato es dos películas en una. La ópera prima de Peta Rivero y Hornos abre con una atmósfera similar a la de 8 Mile: calle de las ilusiones de Curtis Hanson. Un joven (el Cato del título, interpretado por el trapero Tiago Uriel Pacheco, más conocido como Tiago PZK) se refugia en la música para salir de un contexto opresivo. En su debut actoral, el freestyler sabe comandar esos momentos de intimidad en los que su personaje se encierra en su habitación a rimar como si el tiempo no corriera. Sin embargo, dichos instantes son efímeros, y la verdadera acción del film comienza cuando una tragedia azota a Cato, lo que deriva en una trama policial que se resiente por los estereotipos (ahí está el policía corrupto interpretado por Alberto Ajaka, escrito con trazo grueso) y por la imposibilidad de unir ese relato con el del ascenso del protagonista en la industria musical. La incompatibilidad de ambas historias perjudica a lo que es, en varios pasajes, una producción poderosa que lleva la impronta de un realizador que conoce el mundo que está abordando, un hombre que ha dirigido videoclips de referentes del género como Wos y Neo Pistea. El evidente objetivo de Cato es el de mostrar el conurbano con una estética prolija (e incluso romántica, con un gran trabajo de fotografía de Fernando Lockett) que se amalgama muy bien con la sensible interpretación de Tiago, especialmente en esas viñetas de creación artística que merecían un mayor desarrollo.
Inicio/Adelantos/“Cato” Crítica. Resurgir de las cenizas AdelantosCineCriticaDramaEstrenosMúsicaPelículas Argentinas “Cato” Crítica. Resurgir de las cenizas Protagonizado por el freestyler Tiago PZK, el film sirve de puntapié para ver una historia a la que muchos le dan vuelta la cara Maria Paula Iranzo Hace 1 día 0 46 Es difícil empezar desde abajo, con sueños posibles para unos pero irrisorios para otros; en un ambiente donde la mentalidad es distinta, la realidad pega más fuerte que lo onírico y se hace lo necesario para salir adelante. Este es el camino del protagonista de Cato, una historia del conurbano, uno de los estrenos de la semana. Tiago con Rocío Hernández, su hermana en la ficción Gabriel, Cato para los amigos, es un pibe que vive en un barrio con su familia. Quiere hacer música y su mamá es la primera persona que lo apoya y lo empuja para que él y su hermana puedan perseguir sus ambiciones. Pero una tragedia cambia todo y en él recaerán las acciones que podrían llevarlo al triunfo o al fracaso. El largometraje tiene un algo que es su punto fuerte y, a la vez, débil: da para más. Durante los 90 minutos se logra contar una serie de sucesos lo bastante claros e interesantes como para atrapar al espectador y hacerlo querer saber cómo sigue todo; pero al mismo tiempo da sabor a que no es suficiente. Es un balance raro, pero no perjudicial ya que tiene varios factores a favor. Alberto Ajaka, Tiago PZK y Daniel Aráoz Uno de ellos es el elenco, comenzando por Tiago PZK. El freestyler oriundo de Monte Grande sorprende con una interpretación cómoda, no forzada, es él mismo y eso es muy difícil de hacer. A su lado hay un ensamble de trayectoria, como Alberto Ajaka, Magela Zanotta y Daniel Aráoz, que consiguen que el joven de 20 años no se quede atrás. También se destaca la música: los géneros urbanos sobresalen por su capacidad de contar historias propias de quien canta, y tanto las letras de las canciones -compuestas por el protagonista- como los freestyles (improvisaciones) demuestran el talento y el presente que tiene Tiago, que cuenta con más de nueve millones de oyentes mensuales en Spotify. El guionista y realizador Peta Rivero y Hornos hace ver al público un mundo sin idealismos ni prejuicios y con personajes verosímiles con luchas que muchos creen entender. Es la realidad al servicio de la ficción.
Cato es una película protagonizada por Tiago Pzk, una de las figuras más importantes de la llamada música urbana argentina. Opera prima de Peta Rivero y Hornos, también guionista junto a Javier De Nevares, completan el elenco Alberto Ajaka, Rocío Hernández, Azul Fernández, Magela Zanotta y Daniel Aráoz, entre otros. La historia se centra en Cato (Tiago Pzk), un joven de condición social humilde que sueña con convertirse en estrella de trap. Pero que toma una mala decisión, que lo involucra de forma directa en un caso policial que pone en juego su futuro mientras se le presenta la posibilidad de grabar su primera canción. Es importante rescatar la puesta en escena neorrealista, en las que se aprovecha el Dock Sud para documentar el contexto social donde transcurre la historia, porque forma parte del conurbano bonaerense, de donde surge este tipo de música urbana con sus diferentes estilos. A lo que hay que sumarles algunos planos secuencia interesantes que otorgan dinamismo al relato acompañando a los personajes. Aprovechando así los recursos técnicos que hacen notar la diferencia de calidad de los productos de Patagonik Film Group por sobre el resto del cine nacional. Pero el principal problema está en su protagonista, ya que el conflicto moral al que se enfrenta Cato es demasiado complejo para un actor principiante como es Tiago Pzk, a quien además no se le entiende cuando habla porque no vocaliza de la misma forma con la que canta. Un caso opuesto al «polaquito» de Daniel Ayala, con quien comparte una puesta en escena similar, por citar otro ejemplo dentro del cine argentino reciente. Y que queda en evidencia frente al muy buen trabajo de Rocío Fernández, como su hermana, Azul Fernández, su novia con la que tiene una relación tóxica y el comisario que interpreta Alejando Ajaka. En conclusión, Cato es una película que no funciona a pesar de sus buenas intenciones, ya que su resultado final es muy desparejo. Porque su interesante dirección de fotografía, y las buenas actuaciones de algunos personajes secundarios se ven deslucidas por la mala actuación de su protagonista, y la distracción que genera la peluca de Daniel Aráoz. Pero a su vez da la esperanza de que Peta Rivero y Hornos, su director, aprenda de sus errores y profundice sus virtudes en sus próximos trabajos como director.
Había una vez películas ñoñas con cantantes pop. Esas estrellas del momento vivían con su familia, tocaban en los clubes del barrio y tenían una novia desde la primaria. En general el las películas se trataban de un pibe que se alejaba del barrio y lograba triunfar, algunas eran eran más o menos melodramáticas, pero en general esas películas eran productos más o menos ligeros para meter adentro los éxitos del elepé que el protagonista había lanzado ese año. Todo ese primer párrafo simplemente es para decirles que se olviden de esos films de antaño, porque Cato será muchas cosas pero no es nada ñoña. El protagonista es Tiago PZK pero para la película es Cato. ¿Y qué hace Cato? Es cantante de trap y suele trenzarse en las “Riñas de gallo” que se arman en una fábrica abandonada en la que se reúne con sus amigos del barrio. Cato y su hermana pertenecen a una familia monoparental, fueron criados solo por su madre en un barrio del conurbano. La hermana juega al fútbol y tiene una casi novia y así la película acumula condimentos muy de época y reales. Vivir en el conurbano tiene sus complicaciones y por muy bueno que seas rimando, mejor que te asegures de llevar plata a casa y por eso Cato trabaja en un frigorífico (en realidad acaban de despedirlo pero todavía no se lo ha contado a su madre) y tiene una novia que se llama Mica, una chica que le gusta jugar al límite pero bueno, alguien tiene que hacerlo para que la historia avance. En el comienzo de la película Cato y Mica son los protagonistas de una travesura que en realidad es un asalto. Ese asalto termina bien pero lo que termina mal es que Cato se queda con el arma. A partir de ahí hay tres tramas que atender, una melodramática, otra policial y otra, que es cómo Cato llega a grabar y su canción se pasa en todos lados. Quizás tiene menos trap de lo que a uno le gustaría, pero el relato se las arregla para que Tiago se luzca no solo como cantante sino como actor, acompañado por de Alberto Ajaka como un comisario corrupto, Daniel Aráoz que en dos roles (hermanos gemelos), buenas actuaciones además de todo el universo verosímil, un mérito del debutante Peta Rivero y Hornos (aquí la entrevista) que saca adelante un compromiso nada fácil. Las casi dos horas de película se pasan sin problemas y de paso nos metemos en el mundo de la música que se escucha hoy, la música de moda. Y lo que es moda no incomoda. CATO Cato. Argentina, 2021. Dirección: Peta Rivero y Hornos. Guion: Peta Rivero y Hornos y Javier De Nevares. Intérpretes: Tiago PZK, Alberto Ajaka, Magela Zanotta, Daniel Aráoz, Rocío Hernández. Fotografía: Fernando Lockett. Edición: Martín Suárez. Música: Mariano Borysiuk. Duración: 105 minutos.
En Cato conviven dos películas en una: de un lado es la historia de un joven músico que busca salir del contexto de pobreza en el que vive con su familia (su madre y su hermana), del otro, un thriller policial y de venganza. La sorpresa viene del lado del freestyler y trapero Tiago PZK, debutante en materia actoral, cargando con un rol dramático fuerte resuelto de manera creíble. La ópera prima de Peta Rivero y Hornos es un tanto despareja ya que las narrativas cambiantes (las que se mencionaron en el párrafo anterior) no terminan de convivir en forma armónica, les cuesta relacionarse, son incompatibles. Loco, la canción estrella del filme, es el único hilo conductor entre los sentimientos, el dolor y la confusión que atraviesa el protagonista y los acontecimientos peligrosos que transita. Al trapero lo acompañan Magela Zanotta, en el rol de la madre sufriente que desea lo mejor para su hijo, Alberto Ajaka, como el representante garca y ventajista de la Justicia (notable interpretación), y Daniel Aráoz. Este último compone a dos hermanos gemelos, los villanos, de forma caricaturizada y un tanto sobre actuada. No es el mejor rol en la trayectoria del intérprete, destacado por su versatilidad. Los desniveles no impiden el disfrute pleno de Cato, un espejo de cómo el sistema impide que los sectores marginados progresen en busca de mejores condiciones de vida.
Se estrenó en los cines nacionales Cato, con sendos debuts para Tiago PZK, protagonista, y Peta Rivero y Hornos, director. Sin tratarse de un musical o una película con el objetivo de vender discos, entradas o a un artista, el primer film protagonizado por una de las principales figuras de la escena urbana argentina es una muy buena primera aproximación a la actuación para Tiago PZK. Claro que no es la primera vez que un artista que está en la cresta de la ola protagoniza una película pero sí destaca la intención y la búsqueda del trapero de 20 años nacido en Monte Grande. Tiago no está solo en su estreno como actor: cuenta con la acertada compañía de un elenco experimentado con nombres como los de Daniel Aráoz, Alberto Ajaka y Magela Zanotta, entre otros. En este drama, Cato es el encargado de mantener a su pequeña familia compuesta solo por él, su madre (Magela Zanotta) y su hermana (Rocío Hernández). La forma en que lo hace es delinquiendo, a escondidas de su mamá claro. "Si mi vieja se entera, me mata", le dice Cato en un momento a su novia Mica (Azul Fernández). Todo cambiará después de una repentina tragedia en la vida del protagonista, con bullying en redes sociales incluido, que seguirá buscando alcanzar su sueño de triunfar como músico mientras tiene que continuar haciéndose cargo de llevar comida a su casa del conurbano bonaerense. Pese a no tratarse de un musical, la música es uno de los ejes centrales de este drama con momentos de thriller, por lo que los fanáticos del trapero pueden respirar tranquilos. Si la actuación de Tiago sorprende a propios y extraños, su capacidad para interpretar canciones con una tremenda carga emocional está muy bien representada en Cato. Con Loco como soundtrack oficial -en YouTube está por llegar a las 20 millones de visualizaciones-, el trapero de 20 años vuelve a mostrar por qué es uno de los artistas de la nueva generación que se unió al club de cantantes con millones de reproducciones en plataformas musicales.