Fourteen, dirigida por Dan Sallitt, se desarrolla en la ciudad de Nueva York, sin que esta tome el protagonismo al que algunos films nos tienen acostumbrados. La historia se centra en la relación de amistad durante la veintena y la treintena entre dos amigas de la infancia, Jo (Norma Kuhling) y Mara (Tallie Medel). Jo es asistente social y Mara es maestra de primaria. Jo es rubia, alta, distraída. Mara es morocha, de baja estatura, centrada. El relato presenta las asimetrías de esta relación mediante secuencias contrapuestas de las protagonistas. La dinámica entre ellas, al menos en apariencia es entrañable, aunque en ocasiones poco equitativa. Sallitt decide narrar desde el punto de vista de Mara.
Durante la primera parte de la historia el espectador puede llegar a la conclusión de que Jo es caprichosa y errática, mientras que Mara suele ceder ante sus presiones dado que es incondicional a ella, capaz de dejar de lado todo para ir en su ayuda en reiteradas ocasiones. A medida que avanza el relato las situaciones de este tipo van en aumento, aunque de manera sutil, delicada, casi imperceptible.
Un rasgo distintivo de esta generación es que ellas no logran conectar con los hombres. No se esfuerzan para construir una relación. No forman parte de los modelos arquetípicos de mujer entregada y sacrificada sino todo lo contrario. Jo salta de una relación a otra y de un trabajo a otro y nunca está sola, mientras que Mara procura mantenerse acompañada durante más tiempo pero no lo consigue con la misma facilidad.
Los personajes secundarios como los padres, los novios y los amantes son apenas interlocutores con los cuales se observa interactuar a Mara para tener su momento de desahogo sobre el comportamiento de Jo, que claramente ha llegado a representar toda una preocupación, un peso en su vida.
Mara envidia tanto la forma de generar vínculos como la inteligencia de su amiga. Aquella persona desordenada en sus hábitos y relaciones hace que se denigre a sí misma en la inevitable comparación. Tiene un preconcepto de divinidad acerca de Jo que solo juega en su propio detrimento.
En una reinvención del subgénero mumblecore, el estilo de la narración es puramente conversacional. Es mediante esta técnica que Sallitt emplaza su crítica a las instituciones y al modelo capitalista, desencanto de toda una generación que se esfuerza al máximo estudiando y trabajando para alcanzar una vida que ni siquiera sabe si quiere.
La temática resuena a muchas otras películas, pero con un logrado tratamiento mediante puestas muy teatrales, una estética naturalista, planos estáticos y largos; todo esto acompañado por sólidos diálogos que logran captar la atención del espectador. Como recurso temporal, el director utiliza elipsis indefinidas, otro rasgo muy teatral.
El regreso al lugar de la infancia, tanto físico como mental, representa para ambas un recuerdo exento de melancolía. Sallitt cuestiona los preceptos de la amistad a través de la profunda relación entre Mara y Jo. La película logra exponer, sin dramatismo, el inexorable paso del tiempo en las relaciones interpersonales.