Catorce

Crítica de Mex Faliero - Funcinema

LA AMISTAD EN EL TIEMPO

Los tiempos y los modos del mumblecore se filtran por los rincones de la nueva película de Dan Sallitt: se apuesta por la naturalidad de las acciones, los diálogos se trabajan de una manera que se aleja de lo estructural, incluso se cae en algunas derivas narrativas, especialmente en la primera parte del relato. No obstante, esa deriva tiene aquí un significado narrativo: será clave para fortalecer lo que ocurra en la segunda parte. Claro está, todo esto exige cierta paciencia a un espectador no del todo acostumbrado al naturalismo inexpresivo y la morosidad típica de este subgénero del cine independiente norteamericano. Pero Catorce es más, especialmente a partir de un extenso plano fijo ubicado estratégicamente en la mitad de la película que la convierte, a partir de ahí, en un drama mucho más clásico de lo que aparenta.

En Catorce seguimos a dos amigas (excelentes, Tallie Medel y Norma Kuhling) que se conocen desde la adolescencia y que funcionan como sostén una de la otra. Mara es la que piensa en cómo construir su vida, mientras Jo es una suerte de espíritu libre bastante autodestructiva. Si en la primera parte del relato (hasta aquel plano fijo que mencionamos anteriormente) la película avanza con una temporalidad más o menos precisa, es a partir de aquel momento que Sallitt aplica una serie de elipsis profundas, que hacen avanzar el tiempo de manera veloz. Esas elipsis son, ni más ni menos, la muestra de cómo Mara y Jo se han distanciado, y cada fragmento que el director elige mostrar tiene que ver con algún encuentro fortuito o con momentos en que una está presente en la otra. Catorce reflexiona sobre la amistad a partir del tiempo, del compartido y del que está en ausencia; básicamente la forma en que se construyen los vínculos, entre lo tangible de la presencia y la abstracto de la distancia; entre lo que creemos que el otro es y lo que suponemos.

En esa reflexión sobre la amistad, la película de Sallitt piensa qué cosas somos capaces de dar por el otro, pero también qué nos separa y cómo esos vínculos se vuelven difusos a lo largo del tiempo. Sallitt es un director sutil, preciso, que encuentra en el uso del tiempo una poética singular para narrar eso que quiere contarnos. Y en esa forma, Catorce también encuentra la belleza y la sensibilidad, en un relato que parece estar siempre a punto de quebrarse. Como detalle final, lo interesante de ver una película sobre mujeres en la que los personajes no tengan que cargar el peso de lo simbólico para resultar interesantes o justificar su presencia en la pantalla. Y eso la convierte casi en una película de otro tiempo.