Cats

Crítica de Fernando Sandro - Alta Peli

La vida secreta de tus mascotas

Durante la década de 1930, el reconocido escritor T.S. Eliot le regaló a sus ahijados una serie de cartas en las que en forma de poemas se explicaban las costumbres y ritos de los gatos. Las mismas fueron recopiladas y publicadas a finales de esa década como El libro de los gatos habilidosos del viejo Possum. Textos que no tardaron en ser adaptados en puestas teatrales recitadas y orquestales.

Pero, por lejos, la adaptación más famosa, que hasta superó a la popularidad del texto, llegó de la mano de Andrew Lloyd Weber a inicios de los años ’80 con la puesta en el West End de Londres de Cats. Este musical, al desembarcar en Broadway se convirtió durante mucho tiempo en la obra más exitosa y longeva en ese circuito, hasta ser superada por otro musical del mismo productor, El fantasma de la Ópera.

Cats forma parte de la cultura popular moderna, es un ícono de los ’80 y’90, y podemos encontrar referencias al mismo en productos como Friends, Los Simpsons, o The Nanny.

Pero su éxito guarda algo de misterio o paradoja: pese a reconocérsele su trascendencia y el éxito indiscutido, siempre se lo consideró un producto cuasi kitsch, y para no pocos, el peor musical de Broadway.

Hollywood estuvo tentado varias veces de llevar la obra a la gran pantalla, pero siempre se la sintió “inadaptable”. Una cosa era ver personas disfrazadas de gato en el teatro, y otra era llevar eso al cine que pretende más realismo. Finalmente, alguien pensó que las avanzadas técnicas de CGI eran la solución. Así tenemos esta versión cinematográfica de Cats en la cual los personajes parecen actores disfrazados… en fin.

Rugidos de melancolía

Algo que siempre se le criticó a Weber era haber cambiado el tono humorístico y casi infantil de los poemas de Eliot (que tampoco son una maravilla), por un tono profundamente dramático, melancólico, y presumiblemente profundo. Un tono usual en las puestas del afamado productor.

Ahora, la versión de Tom Hooper para el cine agrega algunos personajes y canciones, inclinando más el tono hacia lo dramático; haciendo de estos animalitos un verdadero penar de 110 minutos. Lo que se contrapone con las imágenes que vemos: sí, cuesta tomárselas en serio.

La historia gira en torno a un grupo de gatos, algunos callejeros, otros con dueños, que se reúnen durante una medianoche para presenciar la llamada “elección Jelical” tomada por la Señora Deuteronomy. Les permitirá ascender hacia una nueva vida, o ciclo de vida. Para esto, los gatos “postulantes” irán haciendo presentaciones en las que contarán qué es ser un felino y qué cualidades posee.

Todo esto, a la par que reciben la visita de una nueva allegada, Victoria (Francesca Hayworth) que es arrojada en el inicio a un basural.

No hay que ser muy avispado para comprender que en Cats abundan las referencias hacia la muerte, el renacimiento, la reencarnación, y otras teorías metafísicas con tufillo a autoayuda; todo eso que nos invita a dejar de sufrir para renacer con esperanzas… o pagar con sufrimiento esta vida para pasar a otro plano “jélico” de prosperidad.

Para lo que sí habrá que ser avispado es para seguir y entender el argumento completo de Cats.

Entre los muchos problemas que tiene, el principal y que no puede ser saldado ni aún bajo una mirada adversa/risueña, es el completo tropiezo narrativo que presenta. Prácticamente hablamos de un film sin diálogos, es una canción seguida de otra, y sin una cohesión muy clara entre ellas. No hay progresión dramática, no hay nada que nos introduzca, todo es azaroso y repentino, se habla de cosas que no se entienden. Para empeorar aún más, en estas tierras se presenta con un doblaje que pretende hacer rimar las canciones en su traducción, cambiando las palabras y su significado. Por lo tanto, la incertidumbre es total.

Cats carece de ritmo, carisma, y empatía. Sobrevuela un tono apesadumbrado, sombrío, frío; todo lo contrario a lo que debe tener un musical, aún los dramáticos como Los miserables o Rent.

Sí, muchos de esos inconvenientes ya vienen desde el origen del texto y de la obra de teatro, pero Hooper, lejos de mejorarlo, lo empantana aún más, con más personajes y más escenas que agigantan ese tono triste y confuso.

Los aristogatos

Pareciera que la intención de Hooper es llenar de oropel la puesta. Abunda el neón, los colores en contraste, exagera los adornos y los movimientos en un sentido ¿sensual? El resultado es eso que ya se percibía en el trailer. Intencionalmente o no (pareciera ser que no), Cats tiene imágenes muy bizarras, todo se siente superficial y armado en plástico sellado.

Imágenes que incluyen algo de violencia, insinuaciones sexuales, actores en poses y actitudes denigrantes, el hacerlos caminar mediante animación CGI de modo que contorneen sus caderas elusivamente… todo lleva a una sensación incómoda.

Alguien en el set está obsesionado con la entrepierna de estos gatos antropomorfos, y permanentemente los vemos flexionando sus piernas, abriéndolas de par en par, hasta rascándose los inexistentes genitales… porque es Apta para todo público.

Otro personaje deambula desnudo, lógicamente, como todo animal, pero en reiteradas veces se abre su pellejo como si fuese un disfraz con cierre para dejar asomar otro vestuario/piel con un trajecito. Todo así, muy, muy extraño.

Un dato extra: no está muy en claro cuál es el tamaño de estos gatos, los problemas de proporción son notorios y confusos.

Si la idea era que con el CGI quedaría mejor, o sería menos ridículo que un live action completo con actores disfrazados, todo lo contrario. Estos actores con captura de movimiento se ven como humanos disfrazados, y a su vez no se ven reales, ni como gatos, ni como actores interpretando. Nada.

A todos estos problemas conceptuales se puede sumar que no hay fuerza en los cuadros ni las canciones (Memorysuena tres veces y no genera ningún tipo de sensación), y que a todos los actores se los siente incómodos, como si supiesen que están a bordo de un barco a la deriva rumbo a estrellarse. Particularmente, el rostro duro de Hayworth y el compungido de Jennifer Hudson, la mirada de perdón de Judy Dench, lo impostado del villano de Idris Elba, y lo pésimo que entona Ian McKellen. El resto, pasa desapercibido.

Finalmente, ¿estamos frente a un nuevo clásico del consumo irónico? Elementos no le faltan. Tom Hooper hizo de Cats un gran despropósito con muchos momentos ridículos, todo pareciera indicar que involuntariamente. Algunos provocan la franca carcajada por lo increíble. Pero también, esa falta de carisma y el aburrimiento general, hacen que las risas puedan ser menos en quienes buscan consumir algo malo en forma de sorna. En todo caso, en sucesivas revisiones y ya previendo con qué nos topamos, se pueda apreciar mejor ese oculto sabor por lo involuntariamente berreta.

Por el momento, solo se puede asegurar que Cats, de Tom Hooper, es un enorme y fallido muestrario de lo que no hay que hacer si queremos que los resultados sean correctos.