Tenía muchas ganas de ver Cats, tenía muchas ganas de experimentar “la peor película de la historia del cine” tal como muchos la han bautizado.
Pero ¿Es realmente así? ¿Es tan mala? La realidad es que si bien no es buena, no es el desastre de proporciones épicas que se viene gritando.
Tiene algunos planos vergonzosos, eso es verdad. Sobre todo cuando una actriz o un actor de gran calibre y trayectoria maúlla o lame. Es imposible que esa imagen no te choque y que por lo tanto nuble la visión hacia el resto del film.
Primero hay que aclarar lo obvio: si no te gustan los musicales está no es tu película.
Ahora bien, a los que gustamos de este tipo de propuestas nos va a hacer ruido por muchos lados.
Primero voy a destacar los peores subtítulos que he leído. Si sabés inglés no vas a entender cómo es posible que cambien tanto las letras y que se tomen atribuciones tales como poner “Teatro Colón”. Es un verdadero insulto.
Lo otro que hay que destacar es la falta de ritmo. La película se hace larga pese a que es corta.
No vi la obra de Broadway de Andrew Lloyd Webber que fue un éxito tremendo durante años, pero queda más que claro que no era adaptable a este formato.
El otro gran punto ineludible son los horripilantes VFX, no solo porque están mal hechos y todo el tiempo pensás que le faltan un par de renders, sino por la elección estética. La mezcla gato/humano es pésima.
Dicho esto, la música está muy bien y las interpretaciones en ese sentido también. O sea, el elenco hace un buen laburo cantando.
Más allá de lo que nos cuesta ver así a Judi Dench, Jennifer Hudson, Taylor Swift, Rebel Wilson, Idris Elba e Ian McKellen, su labor es digna.
El director Tom Hooper, quien se había lucido con Les Miserables (2012), no logra repetir la fórmula aquí.
Todo el tiempo hay presentación de personajes, la narrativa es muy irregular y se siente todo desordenado.
El resultado es una película caótica y muy contaminada por VFX malos, y planos y secuencias tan ridículas que generan cierta incomodidad.
Tal vez el tiempo convierta a Cats en consumo irónico, pero ahora es una curiosidad de lo mal que Hollywood puede conjugar todos buenos elementos y que el resultado sea pésimo.