El actor devenido en director desde hacia varias décadas, habiendo sorprendido con “Gente como uno” (1980) y reafirmado con las siguientes cuatro producciones que lo vieron en el papel de máximo responsable, entre ellas “El Secreto de Milagro” (1988), parece haber perdido el pulso o el instinto a la hora de decidir que querer contar con lo que muestro.
Esta ultima producción, hay dos más en camino, a partir de una buena idea, la confrontación de los paradigmas de confrontación con el poder instituido impuestos por la juventud en las décadas de 1960/1970 y la transformación que sufrieron esos mismos ideales y sus protagonistas a través del tiempo y el transcurrir de la vida.
El filme comienza con una serie de imágenes documentales de aquellos años, para luego instalarse en la actualidad, es este presente tan decadente desde la ausencia de ideales, la caída en picada de la cultura y lo ético, nos presentan a Susan Sarandon, lo que sería el principio de una gran selección de actores maduros, lo mejor del filme, ella en el personaje de Sharon Solarz, una ex militante del grupo Weather Underground, “extremistas de izquierda”, (pongámoslo con comillas pues sabemos de que tipo de izquierda hablamos) quien es apresada por el FBI, buscada desde hace treinta años, no encontrada pues ella se refugio en el apellido del marido.
Luego sabremos que ella en realidad se entrego, acosada por los remordimientos de actos que había cometido en el pasado y la torturaban desde los recuerdos. Si, así como lo lee de superfluo y banal.
Este acontecimiento “nacional” despierta el interés del joven periodista Ben Shepard (Shia Lebouf) columnista de un periódico en decadencia de la ciudad de Albany, y en su investigación descubre que el abogado Jim Grant (Robert Redford) viudo y padre de Isabel (Jacie Evancho) es en realidad un ex compañero de Sharon, también buscado por el FBI.
Lo que lo pone en alerta y comienza otra película, la de la persecución de Jim, originalmente Nick Sloan, y el recorrido que este inicia, 40 años después de los hechos, en busca de quien puede demostrar su inocencia….
Esa idea primigenia de transformación de los idearios y los idealistas setentistas revolucionarios en la incomodidad de la actualidad, queda desechada para transformarse en un thriller, ya no tan político sino de cacería y salvataje.
En esa doble persecución, lo que dará comienzo a un desfile de grandes actores en pequeños papeles, primero por parte del FBI comandados por el agente Cornelius (Terence Howard), mientras Nick tratara de seguir la pista de su ex compañera/pareja Mimi Lurie (Julie Christie), introduciendo el elemento afectivo del texto, en el medio de todo deberá poner a su hija en resguardo con su hermano Daniel Sloan (Chris Cooper). En ese recorrido además aparecerán personajes de relativa importancia personificados por grandes actores como Nick Nolte, Brendan Gleason, Richard Jenkins, hasta el encuentro final con su ex amada.
La narración de estructura narrativa clásica, posee una cantidad de subtramas que terminan por no logra un balance adecuado en relación a la idea que dio origen al texto, por momentos cobra mucha importancia la investigación que lleva adelante el joven periodista, personaje que mas transformaciones produce a través del relato, hasta protagonizar un enfrentamiento de ética profesional con su jefe Ray Fuller (Stanley Tucci).
Lo mejor del filme esta en las actuaciones, y es por ellos que se sostiene, si bien el estilo y el montaje mantiene atento al espectador, pero nunca termina por definirse en su discurso, que finalmente cierra como muy superfluo, no profundiza sobre lo que presenta, en ello tiene mucho que ver los largos diálogos y discusiones pseudo filosóficas y/o ideológicas que le restan ritmo, sumado a la empatia sobre la imagen que genera el diseño de sonido, principalmente la música incidental que no genera ninguna sensación de suspenso.
En resumen, queda instalándose en una moraleja peligrosa que podría definirse como que la vida y el mundo te cambian la mirada sobre la realidad, a los ‘20 serás revolucionario, pero a los ‘50 conservador.